Nuestra historia
Este proyecto, como tantas cosas en la vida surgió por azar, allá por octubre de 2018. Nos gusta decir que fue una ocurrencia.
Edurne trabajaba por aquel entonces como técnica de sensibilización en CERAI. Llegaban a sus oídos muchos proyectos que apostaban por la agroecología como manera de producir y distribuir sus alimentos. Cada vez que leía sobre ellos se le iluminaban los ojos. Y un día decidió que había llegado el momento de aparcar el ordenador por una temporada, montarse en la bici y salir a conocerlos en persona. Y tenía que ser en bici porque, sin duda, es la mejor manera de moverse.
En la misma época, Ana estaba terminando de redactar su tesis doctoral. Era época de mucha tensión y sólo soñaba con un viaje muy especial, en bici, por supuesto, porque es la mejor manera de viajar. Ana viene de familia agricultora. Su familia cultiva cereales en la provincia de Burgos y siempre lo han hecho de manera convencional. La alimentación de Ana hacía tiempo que era ecológica y cuando animaba a su familia a cultivar en ecológico le respondían “es imposible, es muy complicado”. Por eso deseaba poder ir a visitar a quienes están produciendo sin tóxicos y luego explicar en su casa cómo lo hacen.
Y llegó el día que Ana y Edurne, en una clase de salsa allá por octubre de 2018, compartieron sus proyectos y en dos segundos vieron que sería genial hacer juntas ese viaje.
Entusiasmadas contaron en su grupo de amigas la genial ocurrencia Sole y Cris al oírlo no dudaron: “Chicas eso que vais a hacer es muy potente, no podéis quedároslo solo para vosotras, tenéis que contarlo”.
Sole López es periodista interesada en el proceso creativo como herramienta para generar un discurso que despierte las cabezas y nos ayude a vivir en un sitio mejor. Tiene la capacidad de poner en palabras sencillas cualquier idea. Cristina Vázquez es ingeniera en diseño industrial muy consciente de que no hay planeta B. Por eso, pone su talento al servicio de proyectos haciendo que tengan el menor impacto ambiental posible. Juntas forman La Darsena Estudio, un proyecto de comunicación honesta y diseño responsable. Cuando dejaron sus anteriores trabajos por cuenta ajena, lo hicieron para empezar un proyecto más coherente con ellas mismas. Y por eso sólo trabajan en proyectos que, además de un beneficio particular, generen también beneficios colectivos.
Está claro que al escuchar la idea de Ana y Edurne conectaron resortes y vieron el potencial comunicativo de la propuesta. Y así nació la primera ruta de Biela y Tierra, en principio unas vacaciones de 3 meses visitando 30 iniciativas que iban a ser contadas en un blog sencillito con algunos videos.
El nombre de Biela y Tierra surgió como una ocurrencia también. Queríamos hacer un guiño a nuestras compañeras Las Bielas Salvajes y que nos acompañasen en esta aventura Y también porque la biela es la parte de la bici que transmite el movimiento y, con este proyecto, queríamos que nuestra alimentación fuese el motor de cambio, activar un cambio. La parte de Tierra vino sola, porque nos parecía fundamental que en nuestras pedaladas nos acompañase nuestra madre Tierra que nos da la vida y que nos provee de alimentos sanos, justos y sostenibles. Sí, Biela y Tierra tenía fuerza como nombre y nos representaba.
Empezamos a preparar el marco teórico y a concretar cómo y cuándo podíamos salir a pedalear. Fue ahí donde aparecieron los pilares y ejes que asientan el proyecto. Carlos Naya, gran amigo y excelente profesional de lo audiovisual, al conocer la idea propuso preparar un video de lanzamiento. Una gélida mañana de enero, en lo que era la huerta de Sabores Próximos, Biela y Tierra grabamos este vídeo. Los compañeros de El Naan cedieron la banda sonora y lanzamos la idea con el apoyo de: Ábrego, Asociación Amigos de Lodoso, Las Bielas Salvajes, CERAI, Pedalea, El Naan, Interhes, La Cicleria y Radio Valdivielso, para ver cómo se recibía.
Nunca hubiéramos imaginado la respuesta. En pocos días miles de visualizaciones del video y la bandeja llena de mensajes de personas que se sentían identificadas con la idea y deseaban que fuéramos a visitar sus proyectos o que querían conocer esas historias en primera persona. Tanta gente que, como nosotras, está convencida de que nuestra alimentación puede ser motor de cambio. Ese fue un verdadero punto de inflexión. La respuesta nos mostró que la idea merecía la pena, que existe un caldo de cultivo y que Biela y Tierra era un canal para hacerlo posible. Gentes en las zonas rurales que querían tener voz desde el respeto, personas en las ciudades deseosas de conocer qué es lo que está pasando contado de manera directa y honesta.
Fueron meses de mucho trabajo, identificar la ruta, buscar iniciativas a visitar de la mano de agentes clave, mails y llamadas de teléfono, acciones de promoción, búsqueda de fondos, aprender a grabar, estar atentas al sonido. Tuvimos la suerte de contar con el gran maestro Carlos Naya que con paciencia nos enseñó. Muchas amigas que nos apoyaron y acompañaron. Lucía López de Mallata.com entre ellas que compartió con ilusión y generosidad tanto conocimiento recogido a lo largo de muchos años.
Cuánta emoción cada vez que contactábamos con personas de los territorios y empezaban a contarnos su historia, lo que estaban haciendo, cómo se encontraban y con ilusión se subían al carro e esta aventura abriéndonos las puertas de su proyecto para que fuéramos a visitarles. La selección fue muy complicada, ¡hay tantos proyectos que queríamos conocer y merecen ser conocidos! Al final cerramos la primera ruta con una selección de 115 iniciativas que conoceríamos a lo largo de 4 meses y medio. Una hoja excel que recogía día a día lo que sería la ruta, donde estaríamos cada día y a quien visitaríamos.
Todo iba cogiendo forma, pero la búsqueda de fondos no estaba dando el resultado esperado. La única forma de que Biela y Tierra siguiera adelante con este formato era lanzar un Crowfunding con Goteo. Y la respuesta una vez más fue increíble: 232 personas apoyaron la propuesta, conseguimos los fondos necesarios para echar a rodar, sostener la estructura y elaborar todos los materiales. Constituimos una asociación para dar forma jurídica a este proyecto y sentar las bases, sin ser muy conscientes, de algo que ha seguido avanzando con una bonita proyección.
El 1 de junio de 2019 nos juntamos en Avecinal, nuestro supermercado cooperativo, para desayunar en familia y empezar esta preciosa aventura. En las primeras pedaladas, emocionadas y profundamente agradecidas acompañadas de amigas no podíamos dejar de repetir “pero que idea tan buena esto de Biela y Tierra”.
Fue una experiencia intensa y transformadora que nos atravesó a todas por dentro. Mientras Ana y Edurne pedaleaban, contactaban con las personas en los territorios, grababan y escribían los relatos, Sole y Cris recibían los materiales, leían los cuadernos y editaban los videos. Un trabajo coral a 4 manos a la distancia pero con la ilusión y la fuerza que nos daban tantas alternativas que estábamos conociendo y el compromiso adoptado con una comunidad que crecía día a día y nos mostraba su apoyo incondicional. Seguíamos contando con el apoyo de esa red que nos sostiene y da sentido al proyecto. Teníamos una cita semanal ineludible con Radio Valdivielso, nuestra emisora oficial. Jokin Garmilla, nos llamaba para recoger la crónica de nuestras aventuras, entre risas y reflexiones. Estas charletas se convirtieron después en podcast.
Y terminó la ruta el 6 de octubre de 2019 en Alloza, Teruel, de la mano de nuestros amigos de La Ojinegra. Sin duda un fiestón al que asistieron centenares personas, que rebosaba generosidad, alegría y fuerza por los cuatro costados. Actuaciones musicales, con Carlos Herrero y Héctor Castrillejo regalándonos un inolvidable recital de poesía que nos puso los pelos de punta, Teatro Comunitario del Gancho hablando de Soberanía Alimentaria, merienda deliciosa con chocolate a la taza y comida cocinada por La Ojinegra con alimentos de productores locales que visitamos en la ruta. Bailes, y risas hasta altas horas de la madrugada. Hasta una escultura de Biela y Tierra ha quedado en Alloza, regalo de Jose Azul. Un pueblo que aún recuerda con cariño cómo las de las bicis llevaron la alegría y una manera de celebrar cercana, tranquila y con bajo impacto. Un recuerdo que perdurará en nuestra memoria para siempre.
Y llegó el momento de volver a casa, deshacer las alforjas y pensar qué hacíamos tras esta experiencia tan potente. Sin dudarlo quisimos seguir adelante, las 4, Ana, Cris, Edurne y Sole, cada una aportando sus capacidades y experiencia. Retornando a la sociedad todo lo que la ruta y las personas que habíamos visitado nos habían trasladado. Una nueva etapa que incorporaba acciones de divulgación, talleres, formación, colaboraciones en investigaciones… Durante esa temporada colaboramos con el programa de radio Carne Cruda, un regalo para las cuatro, una enorme responsabilidad de trasladar a las ondas la voz de quienes nos proveen de alimentos y viven en nuestros pueblos. No paramos, muchas reuniones, ideas, intercambios. Superamos los difíciles momentos de la pandemia que nos reafirmaron aún más en nuestro camino. Un cambio de rumbo no solo en necesario sino urgente, y en el medio rural están las verdaderas alternativas.
De hecho, durante la pandemia, Ana con la firme convicción de proteger la biodiversidad y producir alimentos sanos, justos y sostenibles, tomó una decisión: “voy a ser pastora”. Se apuntó en la Escuela de Pastores Campo Adentro e hizo las prácticas con La Caperuza: ganadería extensiva y quesería artesanal, donde se quedó trabajando unos meses. Fue una experiencia inolvidable llena de aprendizajes y disfrutes. Todo esto quedó recogido en Relatos de Pastoreo, segundo proyecto de comunicación de Biela y Tierra, y Ana sigue pensando… “de mayor quiero ser pastora”.
Después de todas las experiencias recogidas decidimos visibilizar el proyecto de Biela y Tierra y presentarlo a premios. Nuestra sorpresa llegó cuando conseguimos, consecutivamente, el premio Alimentos de España 2019 y el premio de Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales, XI Edición 2020, ambos en la categoría de comunicación y ambos otorgados por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Pesca. Esto nos sirvió para seguir emocionándonos con el proyecto.
Marcamos como hito la siguiente ruta, en este caso terminar la provincia de Teruel. Habíamos pedaleado una pequeña parte y nos dejó fascinada, lo imponente de sus paisajes y la fuerza de sus gentes. Decidimos que el verano de 2021 salíamos de nuevo de ruta, está vez con los aprendizajes de la anterior. De nuevo fue una experiencia increíble. Teruel nos enamoró aún más de lo que nos imaginábamos. Tantas experiencias pequeñas, que no se conocen que esconden un valor incalculable.
Otro proyecto finalizado y de nuevo la incertidumbre de cómo continuar. En este momento Sole y Cris decidieron dar un paso atrás. Agradecidas y transformadas por la experiencia, sus vidas les llevan por otros caminos. Ana y Edurne cogían el timón. Antes de separarnos quisimos llevar a cabo algo que nos rondaba por la cabeza: editar un libro que recogiera los Cuadernos de Campo de la primera Ruta. Un nuevo reto, una nueva ilusión otro paso más. Queríamos que el libro trasladar el espíritu del proyecto tanto en contenido como a nivel visual. Invitamos a seis ilustradoras de los distintos territorios a participar con una ilustración de su zona que reflejara lo que contábamos en el libro. ¡Qué gran idea!, nos dijeron todas. Llamamos a la puerta de Pol·len Edicions con la propuesta, una idea intensa, como la mayoría de cosas que proponemos, y Mar, Jordi y Aida abrieron las puertas de su cooperativa para construir juntas este precioso libro que ahora tenemos en las librerías y que esperemos llene muchos buenos momentos de lectura.
Y Biela y Tierra sigue, con fuerza, con ilusión, con motivación, con compromiso, con imaginación. A lo largo de estos años han sido inumerables las colaboraciones, los talleres, las charlas, las jornadas y los encuentros en los que hemos participado y que hemos organizado. Hemos trabajado con entidades y administraciones grandes, pero también con aquellas más pequeñas, locales y/o que empiezan. Proponemos actividades para todas y con todas: de peques a mayores, en formato grande y pequeño, porque la diversidad nos nutre, porque es la esencia de Biela y Tierra, porque sin la colaboración y la cooperación no seríamos nada, porque la comunidad nos construye.
Y seguimos, creyendo y creando nuevas maneras de estar y de proyectarnos en el presente y en el futuro. Ahora con una nueva propuesta para incorporar el lenguaje teatral en el proceso de la comunicación. Junto a la compañía El mar del Norte en el espectáculo de teatro Foro Y si mueren los tritones para reflexionar y debatir de manera amable qué esconde aquello que ponemos en nuestros platos.
Gracias, gracias y más gracias por todas aquellas que os acercáis al proyecto, que lo apoyáis que compartís, que lo nutrís y que da sentido a toda esta aventura que sigue adelante con esa fuerza que nos empuja.