Dato 1

Entre el 44 y el 57% de las emisiones de gases de efecto invernadero están asociadas al Sistema Alimentario Agroindustrial globalizado

Dato 2

Un tercio de los alimentos producidos se desperdicia

Dato 3

Aproximadamente una de cada nueve personas en el mundo pasa hambre mientras que casi un tercio de los adolescentes y adultos padecen sobrepeso

Dato 4

España es el país europeo que más plaguicidas utiliza, en 2018 se vendieron 71.987 toneladas, el 20% de todos los plaguicidas de la UE, y un 1,6% más que en 2017

Dato 5

Tres empresas controlan el 60% de las semillas y el 70% de los agroquímicos a nivel mundial, tienen acceso a grandes bancos de información genética de los cultivos

Dato 6

La red campesina emplea menos del 25% de las tierras agrícolas para cultivar alimentos que nutren a más del 70% de la población

Dato 7

Tan solo el 30% de las explotaciones de la Unión Europea están gestionadas por alguna mujer y sus fincas tienen un 50% menos de superficie

Dato 8

Aunque parezca increíble los garbanzos que llegan a los platos de los españoles recorren de media 7.500 km

Dato 9

5 cereales proporcionan el 60% de la energía alimentaria a la población mundial. Solo 14 especies de mamíferos y aves domesticadas proporcionan el 90% de los recursos ganaderos

Dato 10

Con la energía necesaria para fabricar un coche se pueden fabricar entre 70 y 100 bicicletas

Existe un enorme desconocimiento del verdadero impacto, consecuencias y fragilidad del actual sistema alimentario. La industrialización de la alimentación muestra la ruptura de la sociedad con los alimentos y con la tierra de la que provienen. Para nosotras el alimento, lo que comemos cada día, tiene un papel fundamental porque es palanca de cambio y sin duda la agroecología y la soberanía alimentaria son elementos indispensables.

La agroecología es una disciplina científica, un conjunto de prácticas, pero también un movimiento social. Y con esa mirada amplia, tiene un enfoque técnico, agronómico y ecológico basado en crear sistemas agrícolas sostenibles que optimicen y estabilicen la producción, y que lo hagan respetando la naturaleza.

Y para ello busca cambiar la mirada a distintos niveles:

  • A nivel del manejo, la agroecología ofrece elementos para cultivar sin utilizar productos de síntesis química que contaminan y rompen el equilibrio natural. Busca ver la naturaleza como una aliada en la producción: usando los recursos locales de los que se dispone, fomentando la biodiversidad (que es la forma que tiene la naturaleza para estar en equilibrio), favoreciendo la presencia de insectos beneficiosos para que nos ayuden, cuidando el suelo y su fertilidad, respetando los tiempos y las temporadas.
  • También está la componente socio cultural, que recoge la necesidad de valorar los conocimientos tradicionales, y ponerlos al mismo nivel que los académicos, para que dialoguen y se complementen. Generaciones de paisanas y paisanos han atesorado muchos conocimientos a nivel local, eso es un tesoro: las variedades locales, las razas autóctonas, el saber hacer para adaptarse a las condiciones de cada lugar y los recursos existentes.
  • Como tercer elemento está la componente socioeconómica, que demanda que la producción de alimentos debe ser una actividad que permita vivir dignamente, recibir la remuneración justa por su trabajo y su producto. Para ello se debe defender y proteger a quienes producen nuestros alimentos que son bienes indispensables para la vida de todas las personas.

Y para ello la soberanía alimentaria incide en el derecho de los pueblos, de las personas, a intervenir y decidir en las políticas alimentarias. Esto implica poder decidir qué comemos, cómo se produce y distribuye y garantizar una alimentación de calidad con respeto a las culturas, los recursos y el medio ambiente. Hablamos de políticas alimentarias de base campesina y agroecológicas. Es necesario que las políticas públicas se hagan eco de las demandas de los movimientos sociales y apoyen un modelo agrícola local, campesino, diversificado, orgánico y que se prohíban los transgénicos, se promuevan bancos de tierras, una ley de producción artesana, un mundo rural vivo… En definitiva, una práctica política al servicio de los pueblos y del ecosistema.

Ejemplos de iniciativas agroecológicas y que trabajan por la soberanía alimentaria en nuestras rutas:

Los datos no mienten: estamos sumidas en una grave crisis ecosocial y sin duda también de valores. ¿Cómo podemos plantearnos un crecimiento económico constante (e infinito) si vivimos en un planeta de recursos finitos?

El decrecimiento en lugar de insistir e insistir en el incremento de la producción y el consumo como solución única pone en el centro de su discurso la sostenibilidad de la vida, y no de una vida cualquiera, sino de una vida que merezca la pena ser vivida. Apuesta por un sentido humano de la vida, fuera de la mercantilización y por eso es crítico con la publicidad, porque genera necesidades que nos son reales, y con la obsolescencia programada, porque hace que las cosas se estropeen antes de lo que tocan.

El decrecimiento es una llamada de atención sobre los riesgos de la situación que vivimos, un eslogan que agita conciencias, un grito por el cambio. Se plantea como un paraguas donde poder empezar a deshacer el imaginario común que repite incesantemente que el crecimiento es necesario para seguir adelante. Propone desprenderse de un modo de vida equivocado, incompatible con el planeta. Se trata de buscar nuevas formas de socialización, de organización social y económica. Y es tarea de todos y todas llenarlo de contenido, decidir cómo debe ser la sociedad del futuro.

El decrecimiento no implica ir a menos y sumirnos en miseria o pobreza, simplemente es una actitud, un acto de inteligencia, frente a un contexto social de exceso. Un despertar en intuición y en inteligencia vital, natural, para discernir y saber qué hacer o no en cada momento personal, social e histórico.

Así como el caracol va construyendo su caparazón hasta que siente que no va a poder con su peso y en ese momento da por terminada la tarea, sabe parar, cada persona tiene la capacidad, como seres vivos inteligentes, de darse cuenta que en un contexto determinado ya no conviene seguir expandiendo y lo que interesa, por inteligencia, es reducir en aquello que puede ser letal, aquello que contamina, aquello que es excesivo y artificial. No debemos olvidar que el éxito ha de pasar por una vida sencilla en lo material, desarrollada en cercanía y resiliente.

Ejemplos de iniciativas decrecentistas en nuestras rutas:

Los ecofeminismos es otro de nuestros pilares, un diálogo entre el feminismo y el ecologismo que nos recuerda que nada sucede al margen de la naturaleza porque somos naturaleza; que habitamos un cuerpo vulnerable, que la vida necesita de cuidados. Debemos reconocer que somos seres ecodependientes, es decir, estamos ligadas a la naturaleza y sin ella no sería posible nuestra vida; y que somos seres interdependientes, que estamos ligadas al cuidado entre nosotras, sin relaciones no podemos vivir y la vida es una realidad de interdependencia.

Estos se alían de manera clara con la centralidad que ejercen los alimentos en la lógica de los cuidados al planeta y a las personas. La alimentación ecológica cuida la salud de las personas con alimentos libres de tóxicos, reduce el consumo de productos procesados nocivos para la salud, promueve dietas más vegetarianas, apoya la ganadería extensiva que protege el territorio, preserva el medio de contaminación por agrotóxicos, fomenta la biodiversidad y el cuidado de los agroecosistemas tradicionales. La agroecología y la soberanía alimentaria surgen como aliadas indispensables en el proceso.

No podemos olvidar que una transición agroecológica feminista debe ir unida a cambios de relaciones y roles de género en los hogares, construyendo nuevas formas de convivencia. La lógica ecofeminista nos ayuda a reflexionar y trabajar poniendo la vida en el centro y permitir vidas que merezca la pena ser vividas.

Debemos recomponer los lazos rotos con la naturaleza y entre las personas. Poner la vida en el centro y que esto nos ofrezca una tarea hermosa y un sentido vital. El gran reto es afrontar esta inmensa crisis ecosocial. Debemos estar dispuestas y preparadas a cambiar formas de producir y consumir, repartir la riqueza, cambiar valores y prioridades y adoptar el principio de suficiencia incorporando los límites del planeta.

Para ello tenemos que organizarnos, confrontar y desobedecer. Desbancar a los mercados del epicentro y colocar lo común con los cuidados en el centro como principios políticos. Es posible poner en marcha y apoyar alternativas desde la alegría, la cooperación y la solidaridad. Impulsar cambios estructurales en economía y política, sin pedir permiso para desobedecer las leyes y normas injustas. No debemos olvidar que el éxito ha de pasar por una vida sencilla en lo material, desarrollada en cercanía y resiliente.

Ejemplos de iniciativas Ecofeministas en nuestras rutas:

La movilidad sostenible es uno de nuestros pilares porque nos parece esencial reflexionar sobre el impacto del transporte y mostrar cómo, frente al omnipresente coche, existen alternativas para viajar mucho más sostenibles. La movilidad sostenible tiene beneficios, tanto para el medio ambiente como para la misma persona que se mueve.

Y ¿por qué viajar en bici? Porque para nosotras no hay mejor manera de acercarnos a esos lugares que a lomos de nuestras bicicletas cargadas con todo lo necesario para ser autónomas. Además, también queríamos llegar con el esfuerzo de nuestras piernas, a visitar a esas personas que con dedicación y esfuerzo trabajan los 365 días del año. La bicicleta es una herramienta transformadora que nos saca de la virtualidad y nos conecta con la orografía, con las paisanas, con los campos, con las estaciones, con lo existente y la existencia. Queríamos mostrar que nuestras compañeras de dos ruedas nos pueden llevar a cualquier parte, sin contaminar, al ritmo que marcan nuestras piernas, recorriendo el paisaje con todos los sentidos: oliendo el aire seco de los campos de cereal listos para cosechar, o el frescor de los bosques; sintiendo el sol que calienta nuestra piel y las cosquillas de las lluvias a media tarde; disfrutando de los cantos de los pájaros y el viento en nuestros oídos.

La bicicleta es el medio de transporte más eficaz que existe. La bicicleta no es solo deporte, es también movilidad, es cuidados. La bicicleta es autogestión y emancipación. La bicicleta es una máquina que nos hace grandes, que nos da poder, que nos divierte, que nos mantiene en forma y mejora nuestra salud, que nos lleva y nos trae, que nos reconcilia con la naturaleza de la que somos parte. La bicicleta es una herramienta clave para los ecofeminismos.

Ejemplos de iniciativas que trabajan por la movilidad sostenible en nuestras rutas:

Biela y Tierra comenzó con una pregunta «¿cómo es posible que, si el 100 % de las materias primas se encuentra en los territorios rurales, nuestros pueblos estén perdiendo población? ¿En manos de quién se está quedando las tierras, nuestra alimentación? ¿Cómo es posible que los alimentos sean un bien de mercado con el que se puede especular?»

Queremos mostrar y demostrar que hay gente habitando lo rural de manera consciente y transformadora. Por eso pedimos respeto y dignificar hacia las gentes que se encuentran en el mundo rural. Valorar no solo el paisaje sino también su paisanaje. Estas personas habitan allí los 365 días del año, cuidando el territorio y los pueblos, conocen sus recursos y sus historias, preguntémosles y aprendamos con ellas. Incorporemos también la diversidad y la riqueza que eso nos ofrece.

Por esta razón también recogemos en nuestras alforjas experiencias inolvidables, momentos y personas que nos han llenado el alma y lo hacemos con el objetivo de contarlo con el máximo respeto y cariño porque sólo podemos agradecer infinitamente la acogida que hemos recibido. De la mano de todas estas gentes, hemos entendido y comprendido profundamente la importancia de colaborar y cómo la unión es vital para enfrentarnos a los retos que tenemos delante. Por eso, es vital que tendamos puentes entre las ciudades y los pueblos. Que escuchemos sus voces y las valoremos como realmente se merecen. Gentes valientes y conscientes cuidadoras de su tierra.

Concebimos el mundo rural como fuente generadora de conocimiento especialmente en la situación actual de escasez acentuada por la crisis climática. Quienes conocen cómo gestionar los recursos naturales son las personas que viven en el mundo rural.

Ejemplos de iniciativas que trabajan por un mundo rural vivo en nuestras rutas:

Nos guste o no, vivimos en una sociedad de consumo. El acto de consumir se ha convertido en una identidad social y cultural. Pero el hiperconsumismo nos ha llevado a una situación ambiental y social crítica. El criterio monetario es el que indica qué es lo racional, lo eficiente, incluso lo posible. Con unos criterios tan reduccionistas, no sorprende que se considere óptimas cosas como la obsolescencia programada o la proliferación de embalajes que permanecen unos minutos en nuestras manos y cientos de años en el fondo de los océanos.

Cada vez somos más las personas que nos cuestionamos todas estas cosas, y ya hace tiempo que se habla del consumo responsable: recuperar la conciencia de quién y cómo se hizo ese producto, de quién y cómo lo llevó hasta nuestras manos y qué impacto tiene. El concepto de consumo responsable pone todo el peso sobre las espaldas de quienes consumen, y en realidad quien tiene el mayor poder para decidir sobre los criterios con los que se producen y se distribuyen las cosas son las empresas y los gobiernos.

Por eso nos gusta hablar de:

  • CRITICO e informado, para conocer realmente qué se esconde detrás de eso que vamos a consumir.
  • CONSCIENTE del impacto ambiental y social que tiene la producción de ciertas cosas y no querer contribuir a ello.
  • TRANSFORMADOR teniendo presente que vivimos en una sociedad de consumo y como consumidores individuales y sobre todo como consumidores organizados tenemos un gran poder.

Porque nuestro consumo define el mundo que queremos. Si decidimos comprar, sin pensar, al precio más barato apoyando a grandes empresas, le estaremos dando el poder para seguir controlando el mercado, en cambio si nuestro dinero, nuestros euros van para apoyar pequeñas producciones locales, artesanas, o producciones ecológicas, permitiremos que esos proyectos sigan existiendo y cuidando nuestro territorio.

Infórmate, busca alternativas, participa colectivamente para el cambio.  Que tu carro de la compra sea tu carro de combate.

Ejemplos de iniciativas que trabajan por un consumo crítico, consciente y transformador en nuestras rutas: