10 de diciembre de 2022
Restaurar y regenerar la vida
Nos levantamos en el cole de Alhama de Aragón para hacer una ruta circular en el que sería el último día de la ruta. Nos sentimos muy agradecidas por la hospitalidad e increíble acogida que nos brindó la Asociación de Amigos y Amigas de Alhama de Aragón y por la visita guiada a la Casa Palacio y a la exposición de José Luis Sampedro. Con alegría se unieron a la grupeta cuatro personas nuevas, todas del colectivo de bomberos y bomberas forestales: dos de Calatayud, uno de la Almunia y otro de Benabarre. ¡Pedales contra el fuego con representación de las tres provincias de Aragón! Siguiendo el río Jalón llegamos a Cetina donde admiramos su imponente castillo-palacio. De ahí pusimos rumbo a la Casa de la Vega, en la carretera a Embid de Ariza, donde Berni nos recibió con un chocolate caliente y repostería de la panadería local, que nos reconfortó en esa fría mañana. Este emblemático lugar es una granja agrícola de la que se ignora su antigüedad; se dice que era sitio de descanso Real, de Doña Juana la Loca, hija de los Reyes Católicos, quien pasó aquí muchas temporadas después de la muerte de su esposo. Pero lo más conocido y valorado del lugar es el roble, rebollo o quejigo centenario, un impresionante ejemplar de Quercus faginea que nos dejó anonadadas. “Los días del incendio recibimos muchas llamadas preguntando si el quejigo estaba bien. Este árbol centenario es muy querido en la zona. Menos mal que se salvó del fuego” nos contaba Berni.
Esto nos conecta con los relatos que nos contaron ayer en Bubierca, lo importantes que son los bosques y los montes para este pueblo “aquí no hay agricultura ni ganadería, el monte es todo lo que teníamos y con él, el coto de caza que aporta ingresos al pueblo porque la mayoría es monte público. Ahora los animales han desaparecido de la zona”, nos contaban sus habitantes. Bubierca es un pueblo muy pequeño, hay 65 personas empadronadas, pero viviendo todo el año sólo quedan 17, con una media de edad que supera los 75 años. En fiestas la población se triplica. Por suerte el pueblo mantiene abierto el Teleclub, lugar de reunión. El incendio ha supuesto un duro golpe para Bubierca, ya que ha ardido más de la mitad de la superficie del municipio. El incendio se inició muy cerca del término municipal, en el barranco del Monegrillo. Las vecinas y vecinos recordaban como el segundo día, cuando parecía que el incendio estaba ya controlado, empezó a soplar un viento muy fuerte y al cambiar el aire la parte que ya estaba apagada volvió a prender. El fuego cogió tal fuerza que saltó la autovía y siguió arrasando. Las imágenes recogidas aquellos días son impresionantes. “Sentimos mucho miedo y angustia, al ver primero el humo y luego el resplandor. Antes del aviso del 112 ya nos estábamos preparando para irnos porque veíamos que se nos echaba encima. La velocidad era espantosa” recordaba Víctor un vecino del pueblo.
En esta zona la mayor parte del monte es público y se realizó la repoblación, como en otros lugares del ibérico zaragozano, con un carácter protector para evitar la erosión del suelo y con ello la torrencialidad y avenidas durante los episodios de lluvias. Además, con la reforestación se buscaba el aprovechamiento forestal y obtener un beneficio económico. Mientras los árboles crecían la coyuntura socio económica cambió, ya no era tan rentable la venta de la madera o de la resina de los montes y faltaba la mano de obra que había emigrado a las ciudades. Los montes quedaron sin la gestión necesaria, el pastoreo y los rebaños también fueron desapareciendo, no se redujo la densidad mediante aclareo y selección de ejemplares. Poco a poco, se fue generando el grave problema de acumulación de masa combustible. “Ahora nos encontramos con un paisaje arrasado, con unos montes en los que no es posible mecanizar la extracción de la leña quemada. Las empresas que se dedican a extraer la leña ya no quieren trabajar en estos lugares de difícil acceso. Bubierca está muy amenazado, temo que no se vaya a hacer nada” nos compartía Ángel de la Asociación Amigos y Vecinos de Bubierca.
Por este motivo desde la asociación proponen movilizar a la gente, para que hagan cosas por y para el pueblo ”porque el movimiento empieza desde abajo”. Esta asociación es una de las integrantes de la plataforma de afectados por el incendio de Calatayud en la que también participa Danko, que nos acompañó en la pedalada para explicarnos lo que están haciendo. “Hemos propuesto valorar la técnica del Nendo Dango, como estrategia para repoblar y regenerar las zonas quemadas”. Esta técnica consiste en hacer bolitas de arcilla que contienen semillas de aquello con lo que se quiere reforestar. Las bolas, con la simiente dentro, se esparcen por el terreno superficialmente. De esta manera, las semillas quedarán protegidas por la arcilla de ataques de pájaros u otros animales hasta que las condiciones de humedad sean las adecuadas, momento en el que germinarán, echarán raíces y la planta empezará su proceso de enraizamiento y crecimiento. “Esta técnica ha servido para recuperar áreas de similar tamaño a las calcinadas este verano, y por eso planteamos esta propuesta como una posible alternativa”. Para poder evaluar su efectividad se ha diseñado un ensayo que incluye distintos tipos de bolas de arcilla y el lanzamiento en dos localidades, en Berdejo y en Alhama de Aragón. El esparcimiento de las bolitas se hizo el pasado noviembre y se abrió a la participación, incluyendo talleres infantiles y explicación sobre la propuesta a vecinas y vecinos. En estos momentos están en fase de seguimiento para valorar si esta técnica se podría escalar a una superficie más grande. “Cuando hay un incendio los profesionales aconsejan no intervenir de forma arbitraria, dejar que la naturaleza siga su curso, pero la población está emocionalmente muy afectada y necesita hacer algo. Propuestas como el ensayo con Nendo Dango son una oportunidad para poder canalizar esa necesidad y hacer partícipe a la gente del proceso de regeneración del territorio”, contaba Marta de la Plataforma de afectados por el incendio de Ateca.
Ya se han puesto en marcha las tareas de restauración, a cargo de la sección de Gestión de Montes del Servicio Provincial del Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente, dirigidos por el ingeniero Marco Lorenzo. Este grupo trabaja, entre otras cosas, en la restauración de los montes tras los incendios y han participado en la restauración de grandes incendios como el de Zuera en 2008 o Luna en 2015. Hasta el momento las labores se han centrado especialmente en los términos de Ateca y Villalengua, donde han trabajado más de una treintena de personas pertenecientes a cinco cuadrillas. Para regenerar la zona quemada “los trabajos se centran, por una parte, en ralentizar la erosión de los terrenos afectados y por otra, también se está buscando el rebrote de encinas mediante el recepe” explicaba Marco. “En total se ha elaborado un completo y ambicioso Plan de restauración para 4.600 hectáreas de montes públicos, cuyo cumplimiento dependerá de la financiación asignada”.
Una de las técnicas que se está utilizando para evitar la erosión es la aplicación de acolchados de paja. Al cubrir el suelo con paja se reduce la erosión y se evita que el horizonte de materia orgánica sea arrastrado por la lluvia. Si esta capa se lava acabamos teniendo suelos muy pobres en los que es muy difícil volver a instalar vegetación o el proceso es muy lento. Aparte, el agua de lluvia arrastraría todas esas sustancias y tendríamos agua sucia y llena de sedimentos que se irían depositando en los ríos y torrentes. Un suelo natural, u original antes del incendio, estaría cubierto por hojarasca, el agua de la lluvia al caer se filtra y no arrastra partículas, y si la cantidad de agua es grande, la hojarasca retiene las partículas y el agua corre limpia. En el caso de un suelo quemado cubierto por cenizas, el agua de la lluvia arrastra todo lo que hay en la superficie, se pierde el suelo y el agua que corre es de pésima calidad porque arrastra todas las partículas quemadas y la tierra. En cambio, si cubrimos el suelo con paja, imitamos el sistema natural y la lluvia no tendrá ese efecto pernicioso. En este vídeo replican en el laboratorio el efecto y explican las labores de restauración que están realizando en la zona de Ateca. La paja, además, favorece que la fauna salvaje, como los corzos, vayan a esas zonas a alimentarse y favorezcan la regeneración del ecosistema natural y del suelo aportando materia orgánica con sus excrementos. Es importante cubrir muy bien la superficie con una buena cantidad de paja para que el método tenga la efectividad deseada y se pueda reducir la escorrentía entre 3 y 10 veces frente a un suelo descubierto. Con este sistema ofrecemos la posibilidad de regeneración natural a las plantas favoreciendo la germinación de las semillas y el rebrote de aquellos árboles que no han muerto.
El sistema de mantener el suelo cubierto para favorecer la vida y las buenas condiciones ya es una técnica que se promueve y utiliza en agricultura ecológica. Por otro lado, la vegetación que ha ardido también juega un papel fundamental y aprovechando los árboles quemados se pueden encontrar soluciones. Un método novedoso que se está probando en esta zona es utilizar los troncos enteros siguiendo las curvas de nivel, muy en contacto con el suelo para evitar que el agua pase por debajo. Estas estructuras ralentizarán la velocidad del agua de lluvia y favorecerán la degradación de la madera y el reciclaje de materia orgánica para recuperar el suelo fértil. Esta técnica, a diferencia de las tradicionales fajinas, en las que se utilizan 3 troncos cortados, es más eficiente porque la instalación es más sencilla. Por otro lado, en los barrancos se construyen albarradas, estructuras de piedra seca más potentes que intentan que un barranco no se haga más grande y que el material arrastrado no vaya aguas abajo de la albarrada. También se están recepando las encinas, es decir, cortar las encinas quemadas a ras de tierra, para favorecer que las raíces aún vivas vuelvan a brotar y la leña quemada no impida que los brotes crezcan sin problemas.
Previamente es necesario retirar parte de los materiales quemados. Se han preparado las licitaciones para el aprovechamiento forestal de la madera quemada, 12 pliegos en total, que irán publicándose a medida que estén listos. En Moros se organizó a finales de diciembre una actividad en la que participó Marco Lorenzo para explicar cómo avanzan los trabajos de restauración. Trasladar la información y sensibilizar a la población local es esencial. Marco nos contaba que “el Plan de restauración que hemos elaborado incluye informar y hacer partícipe a la población del proceso, por esto queremos asistir a jornadas de divulgación en distintos pueblos, como la que se organizó en Moros. Además hemos realizado una visita con parte del alumnado del IES Zaurín de Ateca a la zona afectada para que conozcan y se familiaricen con estos trabajos”. Consciente de la importancia de divulgar esta información en las redes sociales de Marco Lorenzo se puede se puede ir siguiendo parte de su trabajo. La restauración tras un incendio es profundamente necesaria. Una restauración que no debe dirigirse sólo al medio natural, debe incluir a la población, a las personas que viven en ese territorio. Hay que restaurar las heridas abiertas, los miedos, el impacto que genera el nuevo paisaje. Las vecinas y vecinos deben sentirse partícipes e informadas del proceso de regeneración del espacio natural, porque pertenecen a él, porque son hijas e hijos de generaciones que han habitado en esos lugares y sus recuerdos desde siempre están ligados a un paisaje que en unos días cambió profundamente. Restaurar y regenerar la vida a todos los niveles.
La última jornada la continuamos pedaleando hasta Embid y su espectacular desfiladero para adentrarnos en lo que fue la última zona quemada del incendio de Ateca. De vuelta a Alhama llegaba la última actividad de la ruta: participamos en la inauguración del lavadero de agua caliente recientemente remodelado. Un homenaje a las mujeres rurales a través de fotografías de algunas de las integrantes de la Asociación de Amas de casas que, ataviadas con trajes tradicionales, han quedado inmortalizadas en las paredes del lavadero. Al terminar compartimos con las mujeres una deliciosa merienda en la que contamos parte de nuestras experiencias y recogimos sus testimonios. ¡Delicioso!
Pedales contra el fuego finaliza su recorrido de unos 350 km (con 4.000 m de desnivel) por los caminos de las zonas quemadas de Moncayo y Calatayud, pero la historia no termina aquí. El trabajo seguirá, la movilización irá sumando fuerzas. Está prevista una gran concentración para el próximo 21 de enero de 2023 a las 11:30h en Zaragoza, con el lema “por la defensa de nuestros pueblos y nuestros montes” convocada por la Plataforma Afectados por el Incendio de Calatayud y la Plataforma Pueblos del Moncayo, territorio unido y vivo. Porque esto es un primer paso.