23 de agosto de 2021, Castellote
Energía para el futuro
Castellote es la última de nuestras paradas en el Maestrazgo que nos ha enamorado. Ya conocimos en otras poblaciones sus riquezas patrimoniales y, en esta ocasión, empezamos la jornada con Javier Oquendo, persona de referencia en la comarca desde hace años, defensor del territorio y actualmente portavoz de la Plataforma a favor de los Paisajes de Teruel. Nuestra conversación comenzó hablando de la comarca, “su riqueza vegetal y animal es indiscutible. Puedes encontrar casi todas las aves rupícolas más importantes que existen: águila perdicera, culebrera, quebrantahuesos, buitre leonado…“. El sector turístico encuentra en estas dos riquezas, patrimonial y natural, elementos claves para su desarrollo en el Maestrazgo: pueblos con casas solariegas, enclaves como el río Guadalope o el nacimiento del río Pitarque… El sector agroalimentario y la elaboración artesanal son aliadas del turismo.
El paisaje, el patrimonio medioambiental y el sector turístico junto al sector agrícola-ganadero están en peligro actualmente no solo en el Maestrazgo, sino en toda la provincia y en muchos puntos del Estado español. “En Teruel hay siempre una amenaza latente de convertirnos en terrenos de residuo porque somos un lugar muy poco poblado. Hace 15 años fue el fracking y en este momento las macrocentrales eólicas y fotovoltaicas es la mayor amenaza” nos contaba Javier. La implantación de macrocentrales energéticas industrializa esos lugares, expulsando la agricultura de esos territorios y convirtiendo nuestros montes en áreas industriales. “En este momento el desarrollo de proyectos es impresionante. Hace año y medio, cuando surgió la Plataforma, había dos macroproyectos, ya hay tres sobre la mesa, muchos otros más pequeños y la amenaza de otros dos macroproyectos. Cuando hablo de macro son proyectos de más de 300-400 MW. Eso significa entre 150-200 molinos cada uno”. La Plataforma en poco tiempo ha conseguido coordinar a más de 140 personas y movilizado a miles. Parte de su labor se centra en informar de los proyectos que amenazan el territorio y asesorar para alegaciones. “No hay ninguna comarca que no tenga planteado algún proyecto. En algunas es auténticamente impresionante lo que va a quedar, únicamente centrales desplazando actividades tradicionales. Se habla de lo que van a generar pero no de lo que van a destruir. Hay que poner en la balanza ambas cosas y, a partir de ahí, tomar decisiones”. Otra de las labores es desmontar falsos mitos, como la creación de puestos de trabajo o el asentamiento de población. En otros territorios con centrales eólicas el resultado no ha sido ese.
La Plataforma a favor de los paisajes de Teruel surgió cuando “nos preguntamos ¿es esto lo que queremos para la provincia o queremos otras cosas? No queremos que se muera, evidentemente, tampoco que se paralice. Queremos que se apueste por otros modelos”. Desde la Plataforma repiten: renovables sí, pero ¡así no! Una de las grandes ventajas de las renovables es que el viento y el sol se dan en todas partes, lo que permite generar energía donde se necesita, abriendo el camino a distintas soluciones. En el modelo de las energías renovables hay dos caminos: o los macroproyectos diseñados, construidos y controlados por grandes empresas o los pequeños proyectos de autoconsumo junto a la generación distribuida. Esta última hace referencia a la generación y consumo a nivel local y la venta de excedentes para zonas que no lleguen a producir toda la energía que necesitan. “Y lo que sea excedente consumirlo cuanto más cerca mejor porque hay entre un 10 y un 15% de pérdidas de la eficiencia energética en el transporte, y son pérdidas que asumimos los consumidores”, nos explicaba Javier. Los macroproyectos son financiados por fondos internacionales que buscan la rentabilidad a corto plazo y también aprovecharán los Fondos de Recuperación europeos (NEXT Generation). Con las condiciones actuales, en 5 o 6 años está amortizada su inversión y, si surgen problemas o aparece otra tecnología más eficiente, nos podemos encontrar con abandono de centrales y grandes molinos de chatarra en nuestros montes. Es un negocio redondo, aunque no para la biodiversidad ni para asegurar un futuro sostenible en las zonas rurales.
En la pequeña localidad de Luco, en el Jiloca están organizando la primera comunidad energética de Aragón, una agrupación de socios que, voluntariamente y con participación cooperativa, establecen sus objetivos en la obtención de beneficios energéticos, sociales, medioambientales y económicos. Como dicen “las comunidades energéticas son una pieza clave en la reorganización de la producción y distribución de energía que permiten aprovechar los recursos renovables allí donde están y son una puerta abierta para la participación activa de los ciudadanos en el sistema energético”. María de Luco nos contaba varias ventajas: mayor eficiencia en el consumo y reducción del gasto en las viviendas; implantación de renovables desde el respeto y el compromiso de la comunidad, en lugar de apostar por grandes proyectos de espaldas a los ciudadanos; desarrollo de la economía local; fortalecimiento de la comunidad; redistribución de beneficios; protección del medio ambiente, la biodiversidad, el suelo y promoción de la eficiencia de recursos. En Luco lo tienen claro y han lanzado un crowdfunding para recoger toda la ayuda que sea posible. ¡Bravas gentes de Luco!
Los macroproyectos energéticos se apoyan en la deslocalización de los recursos de algunas zonas para servir a otras. Se aprovechan los desiertos demográficos, “llegan a esta mal llamada España vaciada o vacía, donde el terreno es más barato para producir energía y llevarla a otras zonas. Por ejemplo, el último proyecto presentado en Teruel va desde la parte norte de la provincia, del Jiloca hasta la zona de Híjar (Bajo Martín). Lleva 20 parques asociados a una gran línea que va desde Cutanda hasta Begues, a pocos kilómetros de Barcelona. ¿Qué sentido tiene producir aquí para que 284 km después esa energía se vaya a una central y a partir de ahí se distribuya? Las zonas que más energía consumen son País Vasco, Barcelona y Madrid y los proyectos se instalan en Cantabria, en Tarragona, en Teruel, en Zamora”. Contó también cómo en otros países, por ejemplo, Alemania, están desmantelando las centrales nucleares pero no están instalando centrales de energías renovables, ¿de dónde les va a llegar la energía?
“Nos encontramos ante una nueva burbuja especulativa como fue la vivienda. Las empresas invierten solamente para especular” nos contaba Javier. En España hay un consumo máximo de 40 GW diarios. Y, a día de hoy, hay proyectados 140-160 GW. “Es como cuando se seguía construyendo pese a que había miles de casas vacías”. Hay que valorar que ya existe un gran sobredimensionamiento del sistema eléctrico con 110 GW instalados. La potencia instalada es el 250% de la máxima demanda que se registra a lo largo del año. ¿Para qué queremos tanta energía? Desde Aliente, Alianza Energía y Territorio, advierten que esa sobredimensión no es contra el cambio climático ni para producir nuestra energía. “En el fondo, lo que se ha decidido es que seamos el granero energético de Europa”, advierte Luis Bolonio, portavoz e impulsor de Aliente. Una idea parecida a las macrogranjas industriales de porcino. Aquí se instala la granja, se exportan los cerdos y nos dejan los purines.
A lo largo de nuestra ruta nos hemos encontrado con personas a favor de la instalación de macroproyectos en sus pueblos. La dotación presupuestaria de los ayuntamientos con poca población es irrisoria, no pueden poner en marcha nuevas iniciativas o mantener adecuadamente sus infraestructuras. Se encuentran entre la espada y la pared y ven la solución a sus problemas económicos. Los impuestos asociados a la construcción y a la actividad de producción de energía revertirán en los municipios. Nos preguntamos si depender de presupuestos asociados a actividades gestionadas por grandes empresas es una solución sostenible. Como decía Javier “los entiendo pero no lo comparto. No pongamos en manos privadas los servicios públicos”.
Son muchas las funciones ecosistémicas y de mantenimiento de los territorios que durante siglos se realizan desde las zonas rurales. Esto nunca se ha traducido en ningún tipo de dotación económica para sus municipios. La fragilidad económica en la que se encuentran está asociada a la falta de legislación adaptada a la realidad rural. Si las leyes se diseñaran y aplicaran con perspectiva rural no habría pasado desapercibida esta importante labor y las dificultades asociadas a la falta de población. No se pueden encontrar soluciones sencillas a problemas complejos: necesidad de producción de energía limpia, lucha contra la despoblación o mantenimiento del territorio. Pasó hace años con el turismo, o los macroproyectos de ganadería industrial que tantos problemas medioambientales generan. Las soluciones deben integrar la diversificación y el acuerdo de las distintas partes. Es fundamental analizar los impactos de la red de tendidos eléctricos y de las plantas energéticas a gran escala, la dependencia de recursos no renovables, el reparto de costes y beneficios, o los efectos reales sobre la población local. Esta mirada más amplia obliga a priorizar el ahorro y la eficiencia como pilares del nuevo modelo, tal y como insta la Unión Europea.
A finales de 2020, veintitrés científicos españoles expertos en conservación de aves y murciélagos alertaron a través de una carta publicada en la revista Science de los daños irreversibles que puede ocasionar esta expansión acelerada y desordenada. Y la Plataforma Ciudadana para una Transición Ecológica Justa denuncia que estos proyectos no garantizan una transición democrática para el conjunto de la sociedad, el territorio y la biodiversidad. Mientras tanto, voces menos oportunas apuestan porque los pájaros puedan esquivar los aerogeneradores.
Para ampliar el foco de esta problemática, hemos hablado con Marta Cañada, directora técnica de Abora Solar e Ingeniera especializada en energías renovables, quien priorizaba la planificación de las soluciones. “Se habla mucho de la descarbonización asociada con la electrificación y es una mirada estrecha porque la mayor parte de energía que se consume no va asociada a la electricidad, que representa solo el 17% del consumo mundial. El transporte supone un 32% y la mayoría de energía consumida a nivel mundial es en forma de calor (51%). Al alcance de todo el planeta tenemos un recurso natural que produce calor: el sol calienta. La mayoría de energía que consumimos es calor. Y el método más sencillo de producción de energía es la solar térmica, puesto que no supone ni transformación, solo captación. Sería lógico pensar en producir sosteniblemente más calor que electricidad y sin embargo solo se habla de producción eléctrica, principalmente de fotovoltaica, eólica e hidrógeno.
Existen muchas tecnologías para aprovechar el calor del sol, algunas son: captadores térmicos planos, captadores de tubos de vacío, de concentración e incluso paneles híbridos capaces a la vez de producir electricidad. Estas soluciones se pueden implementar de forma distribuida e individual o de manera compartida, en otros países como Dinamarca llevan más de 30 años realizando calefacciones de distrito (district heating), instalaciones de solar térmica que producen el calor consumido por un barrio o un pueblo. La descarbonización debe planificarse en función de los consumos y la tecnología existente, dentro de los límites del planeta.”
La transición para dejar los combustibles fósiles es urgente y en este proceso no hay soluciones fáciles. Quizá la irresponsabilidad sea imponer este modelo a gran escala, sin planificación ni participación pública, que está provocando una tremenda reacción social, creciente en muchos territorios. La polarización que nos hemos encontrado es muy dolorosa: divisiones y enfrentamientos entre vecinas y vecinos de un pueblo, entre pueblos e incluso entre comunidades autónomas limítrofes. Javier decía: “habría que promover un proceso de diálogo entre las partes para ver cómo planificamos y ordenamos el territorio, hacia dónde queremos ir. Porque lo que no podemos hacer es dar bandazos. Hace 10 años apostamos por el turismo, 10 años después decimos que el turismo no es solución y vamos a las renovables. 10 años después escucharemos que las renovables no dan rendimiento. Hace falta planificación sosegada, sensata y apoyada en gente con conocimientos y capacidades para ver hacia dónde queremos ir e ir todos juntos. Sin duda, yo creo que ese es el futuro deseado”.
Por suerte en Castellote los molinos no son lo único que marca su presente ni su futuro. Nos encontramos con Pili y Pepe que nos enamoraron con su sencillez y su pequeño establecimiento La Bodega, una tienda donde tomar algo e incluso hacer presentaciones de libros. “Mi pasión es la lectura. Es la única tienda con librería y prensa de todo el Maestrazgo”, decía Pili. Apuestan por los productos locales y artesanos e incluso verduras de su propia huerta que Pepe y Jorge, padre e hijo, cultivan junto a los almendros y olivos. A Pili le viene esto de familia, su bisabuelo tuvo el primer estanco de la provincia en Cuevas de Cañart que siguen regentando. Tomando un aperitivo en La Bodega nos encontramos con Cristina de La Solana campo y vida, una catalana que, buscando un cambio de vida, se mudó con su marido desde Ripollet. “La huerta nos llama un montón. Empezamos por un cambio de hábitos de consumo en Cataluña y al llegar aquí nos pusimos a producir”. Venden cestas de hortalizas ecológicas y complementan su economía con labores. Amira y Jesús forman El Tao de la Tierra, un espacio que busca compartir el amor hacia uno mismo y hacia la madre Tierra para el bien común. Se encuentran en una masía en la que quieren recuperar la conexión del ser humano con la naturaleza y realizan talleres, retiros, baños de bosque y actividades relacionadas con los ciclos de la mujer. Y no son los únicos con respeto por la naturaleza. En EANA (Escuela de Actividades en la Naturaleza) hace 30 años que trabajan por la educación ambiental desde una antigua mina de carbón restaurada. Principalmente realizan dos actividades: aula de la naturaleza para colegios y campamentos de verano. Nació de la ilusión de cuatro maestros convencidos de la necesidad de acercar el “conocimiento del medio, las plantas y concienciar sobre la importancia de la naturaleza a los escolares” nos dijo Javier. Este proyecto está buscando relevo para poder seguir construyendo infancia y juventud consciente y sensibilizada.