15 de junio de 2019, Burgos
Alternativas sostenibles y comunitarias
Llevar cerca de 500 km pedaleando se nota en nuestras bicicletas, y llegamos a Burgos con necesidad de taller y soluciones. Paramos en La Estación de Bicicletas. Allí Cruz, que nos había contactado hace tiempo para apoyar Biela y Tierra, nos arregló en tiempo récord nuestros vehículos. Es un maravilloso espacio especializado en la restauración de bicicletas antiguas, un lugar increíble en el que hacen milagros con la máquina más perfecta que existe y que no te puedes perder si eres amante de las dos ruedas.
No queríamos irnos sin conocer al segundo pilar de El Salto, Pepe, amante de las bicicletas y lleno de ideas mágicas en la cabeza. Tomamos unas cañas con él en su bar, el mítico El Carabás, justo al lado de Burgos Bike Rental la nueva tienda que han abierto: un taller de reparación, venta de bicis y alquiler de material para cicloturistas y bicigrinos en el que pudimos adquirir para Milagritos (la bicicleta que monta Edurne) dos alforjas delanteras que le faltaban y que ahora acompañan nuestra ruta durante el resto del camino.
En esta ciudad, el movimiento de alimentación y sostenibilidad tiene como referentes y pioneras La Despensa Biológica y el Restaurante Gaia. En 2004, Susana e Inma, quisieron integrar ambas ideas apostaron por crear un espacio que las unificara. Susana, era diseñadora gráfica en Barcelona y decidió volver a su ciudad de origen, Burgos, a cumplir su sueño de tener un restaurante. Así nació Masala: una tienda de productos ecológicos con un restaurante cafetería de perspectiva vegetariana, y un espacio que promueve actividades en torno a la alimentación, la salud y la sostenibilidad. Susana e Inma, arriesgaron alquilando un local y, con muchos apoyos, decidieron renovarlo ellas mismas para minimizar gastos. Hoy en día, Susana sigue al frente de Masala, un espacio increíblemente delicado, acogedor y agradable con una decoración muy cuidada que apuesta por artistas locales.
La llegada de Masala a Burgos tuvo gran acogida y sirvió para sensibilizar a muchas personas. Diversificar la actividad hizo que quienes asistían a un curso, de conservas, de pan, de cosmética o a alguna cata, terminara comprando algo en la tienda o volviendo otro día al restaurante, y a la inversa.
Por esta misma idea de diversificación ha apostado la Asociación Ábrego: Medioambiente y Desarrollo Rural, que nació con el ARTIM, un proyecto de personas con intereses afines en el medio rural: el encuentro y la autogestión para conectar pueblos con ciudades. Fueron creciendo y además del ARTIM, que se celebraba anualmente, empezaron a conectar el mundo rural y el urbano, a través de la conservación e intercambio de saberes y la creación de redes durante todo el año.
Se dieron cuenta de que para dar continuidad a todas esas conexiones, necesitaban un local, y decidieron vincularse a un proceso productivo. Así surgió El Granero: Claudia, Carlos y Diego son la cooperativa que pone en valor el trabajo de los productores a través de una tienda, donde se respeta el precio que ellos fijan. El Granero es una tienda de productos de cercanía y a granel centrada en la sostenibilidad con criterios de KM0, artesano, social y orgánico. Suman a la certificación de ecológico la de productos de confianza. Es la propia cooperativa la que certifica que ese producto cumple con todas las garantías ya que conocen a las productoras. También tiene un bar cafetería donde se pueden probar los productos que se venden en la tienda.
Ábrego y El Granero generan sinergias y apoyan en la transición a ecológico a todo tipo de productores. El hecho de que convivan en un mismo local las dos iniciativas hace que el lugar sea un hervidero de ideas y un espacio de convivencia intergeneracional del que surgen muchos proyectos en torno a la sostenibilidad, y al que acuden personas desde barrios muy diversos de Burgos.
En uno de los barrios más conocidos por la lucha político social de Burgos, Capiscol, se encuentra la Huerta Comunitaria de Capiscol, que nació de la asamblea de barrios del 15M con la idea de recuperar solares y darles vida fuera de la especulación. Actualmente en Burgos hay 15.000 viviendas vacías y no se entiende que se sigan usando espacios para construir otras nuevas.
En el barrio, había un enorme solar que había sido Hospital de Peregrinos en el s. XII y que actualmente se encuentra en manos de constructoras. Las personas que integraban este movimiento, plantaron cara y en el primer aniversario del 15M limpiaron todo el solar que era un vertedero y lo convirtieron en un espacio colectivo y huerto comunitario. Actualmente, la gestión del huerto es común, cultivan entre todas las personas y se reparten la cosecha, sin dinero de por medio. Procesos como este son más costosos, pero son consecuentes con la filosofía de autogestión y solidaridad de las personas que integran el colectivo. Paseamos por una amplia zona de plantas aromáticas y visitamos el jardín de árboles autóctonos y frutales que también han plantado en estos años.
Ahora están activas 7 personas, la mayoría mujeres, y reciben el apoyo de muchos colectivos como Comunales Vivos. Y además de la huerta, se realizan actividades como conciertos, charlas, etc. porque pretende luchar contra la especulación poniendo la naturaleza en el centro de Capiscol. La soberanía alimentaria es una línea transversal de la Huerta Comunitaria de Capiscol, ya que esta acción es de resistencia. Trabajar con la naturaleza, a sus ritmos y de manera inclusiva, es una lucha más pausada pero más constante que acerca esta realidad a muchas personas a las que no se habría llegado por otros caminos.
En el solar aledaño están construyendo dos torres de 13 pisos, que afectarán al Parque Fuentes Blancas, pulmón de la ciudad que se convertirá en una urbanización de acceso privado. Deseamos que la huerta de Capiscol continúe allí y que frente a enormes rascacielos haya espacios de vida y comunidad abiertos a toda la población burgalesa.