23 de junio de 2019, Amayuelas de Abajo
Aprender del pasado para construir el futuro
Jerónimo Aguado “Jeromo”, hijo de una familia campesina, nació en San Cebrián de Campos. A los 18 años formaba parte de una cooperativa agrícola junto con otros 4 compañeros. Deslumbrado por los progresos de la agricultura y las promesas de producción y prosperidad de la revolución verde, despreciaba los consejos y reflexiones de su padre. Su padre le decía “Os vais a estrellar”. Esta nueva agricultura les hacía dependientes de las empresas que proveían de semillas, fertilizantes químicos, de maquinaria cada vez más grande y más cara, de los bancos y de las nuevas tecnologías.
Fue Carlos, amigo de Jeromo y parte de la misma comunidad, quien trajo de Suiza ideas de agricultura ecológica que cuestionaban el modelo de la revolución verde. José Mediavialla, de Boadilla del Campo, se convirtió en el referente de “vivir con orgullo lo que es ser campesino”. ¿Cómo hemos podido tratar de ignorantes a nuestros padres y abuelos si toda la gente mayor es nuestra fuente de sabiduría? Ellos dependían exclusivamente de su trabajo colaborando con la naturaleza. A principios de los 90, Jeromo se convenció de que la agricultura ecológica era el único camino. En los avatares de esos años Jeromo dedicó energía y esfuerzos a procesos comunitarios, a La Vía Campesina y a la Plataforma Rural. Desde muy joven estuvo en contacto con la educación popular que se centra en los procesos de transformación de la persona objeto a persona sujeto, “ser protagonistas de nuestras propias vidas”. Una de las iniciativas de educación popular con más fuerzas son las Escuelas Campesinas. Jeromo y Usi, su compañera, eran parte de Escuelas Campesinas y hace 32 años, junto con otras personas, impulsaron el proyecto de Amayuelas.
Jeromo, ahora, “cuida lo más vital, lo que hay por dentro del ser humano”. Hace 25 años se propuso transformar la finca de Las Barrializas, 12 hectáreas de tierra que era un desierto, en un vergel recuperando “aquello que nunca se tuvo que perder: agricultura con ganadería.” Si no, no es posible hacer agricultura ecológica. “Crear un modelo campesino donde la tecnología principal sean las manos, un modelo que dignifique a las personas y que no sea esclavizante.” Transformó los campos de cereales en pasto permanente dejando progresar a la naturaleza. Actualmente tienen un huerto de autoconsumo con gallinero para casa, 1 burro, 4 cabras, 100 ovejas, y engordan 800-900 pollos al año. Viven en ella 4 perros mastines que protegen a los animales y a la tierra. Vende su producción directamente a grupos de consumo, “la gente que compra mis corderos y pollos lo hace porque apoya un modelo de vida”.
Melitón ha sido maestro toda la vida y siempre ha estado vinculado con la educación de adultos y los Movimientos de Renovación Pedagógica. En el año 1986, a través de un programa que vinculaba formación y empleo, participó en la creación de una cooperativa de servicios en San Cebrián de Campos que ofrecía ayuda a domicilio con cocina, lavandería y un equipo de apoyo para personas mayores. Encontraron un espacio idóneo para la cocina que necesitaban, Amayuelas de Abajo era su lugar: un pequeño pueblo en el que solo vivía una familia de 5 miembros. En el 1992 se empezó a rehabilitar también un espacio como albergue. A partir de ahí fueron diversificando las actividades: horticultura y ganadería ecológicas, construcción con adobe, recuperación de saberes y dinamización sociocultural. Se inició el programa Municipio Ecológico que se estructuraba en 3 ejes: producción, investigación/acción y formación. De aquí nació el “Centro de Investigación Formación Actividades Económicas Sostenibles” (CIFAES) que posteriormente daría lugar a la “Universidad Rural Paulo Freire Tierra de Campos”, un foco irradiador central y referente a nivel estatal de encuentro en el que se han realizado infinidad de foros y formaciones políticas y de dinamización social. La “Universidad Rural Paulo Freire Tierra de Campos” llegó a tener 4 cátedras: agroecología, construcción con tierra, gestión de residuos y dinamización rural. Era un proyecto vivo en el que frente a una necesidad, se buscaban soluciones. Al abrir la cocina se encontraron con un problema para la gestión de residuos, montaron un filtro verde que actualmente sirve para depurar las aguas de todo el pueblo. Había problemas de falta de acceso a la vivienda, se lanzaron a construir 10 casas bioclimáticas poniendo en práctica la construcción con tierra. Así, aprendían haciendo. Y esos aprendizajes quedaban reflejados en la Universidad. Amayuelas empujó a la gente a buscar alternativas de vida rural y agricultura ecológica. Fue un revulsivo, un proyecto político y de formación, un punto de encuentro de donde han salido muchos de los proyectos de agricultura y ganadería ecológica que existen hoy en la zona. Además, gracias a esto se crearon y se mantienen las redes y los vínculos entre productores y consumidores. Hace 5 años la Universidad cesó su actividad. Actualmente Amayuelas es un pueblo revivido en el que viven 21 personas, un pueblo con gente muy diversa.
Melitón lleva viviendo en Amayuelas desde 1998. Ha visto cómo ha ido cambiando y evolucionando el proyecto y el pueblo a lo largo de más de 20 años. Ya jubilado sigue disfrutando de Tierra de Campos junto con su compañera Mariajo. Mariajo llegó como voluntaria en 1999 comenzó haciéndose cargo de las actividades del Pueblo Escuela y la producción hortícola. Poco tiempo después empezó a ser la panadera. La filosofía común de Amayuelas se basaba en el apoyo mutuo. Entre todas apoyaban a la persona que apostaba por ir a vivir a Amayuelas e iniciar un proyecto.
A día de hoy, la panadería cuece una vez a la semana en horno de leña. Tiene molino propio y todas las harinas y grano que utiliza son ecológicas y de cercanía. Mariajo sigue cultivando su huerto de 5.000 m2 en que distribuye las hortalizas ecológicas en grupos de consumo y restaurantes cercanos. Parte de esta producción se utiliza también en el albergue “El Patio de Amayuelas” que gestiona junto a Carmen. Recorrimos con Mariajo su huerto con sus animales que reclaman mimos constantemente. Ella es una increíble sabia hortelana que prepara sus propios semilleros utilizando sus propias semillas y multiplicando variedades tradicionales.
Una de las pasiones de Mariajo es la conservación y recuperación de variedades tradicionales. En Amayuelas tuvo lugar el 1º Encuentro de Hortelanos que fue el germen de la Red de Semillas. En el último siglo el 75% de la biodiversidad agrícola y ganadera ha desaparecido, según datos de la FAO. La diversidad agrícola, cultural y medioambiental es fundamental para mantener vivos los agroecosistemas y la agricultura familiar. Las variedades locales, además de tener grandes cualidades nutritivas y organolépticas, poseen una gran riqueza genética que les ofrece protección frente a plagas y enfermedades, están adaptadas a las condiciones de suelo y clima locales. Estas características permiten al campesinado no depender de la agroindustria. Con esta filosofía Mariajo conserva centenares de semillas en un antiguo palomar reconvertido en un banco de semillas. Cada nidal del palomar alberga una especie. Las semillas son un pilar insustituible de la producción de alimentos. Debemos preservar nuestros derechos para desarrollar y reproducir las semillas campesinas.
Uno de los últimos proyectos que se ha instalado en Amayuelas “Volviendo al Campo”, un proyecto que nace de la inquietud, trabajo y sensibilidad de Enrique del Río. Con el proyecto “Volviendo al Campo” se pretende acoger y dar formación a jóvenes inmigrantes para que tengan una inclusión real en el tejido social y laboral. Tratan de que sepan lo suficiente de todo para que una vez terminado el proceso puedan mantenerse: horticultura, agricultura, ganadería, construcción con barro, fontanería, carpintería… El programa acoge y forma a los jóvenes a lo largo de un año asumiendo la manutención, gestionando la vida en común y con un acompañamiento diario. Después de 6 años de experiencia han pasado 24 jóvenes por el programa y 22 de ellos han conseguido regularizar sus papeles y un contrato de trabajo indefinido.
Este proyecto va hacia delante con la ilusión, empeño y trabajo de las personas voluntarias que ofrecen sus saberes y su tiempo y el apoyo económico de una extensa red de personas sensibilizadas con la problemática. Se crean lazos de confianza, se entienden y comparten realidades, y se acercan mundos que separados por la fortificada Europa. Enrique se ha convertido en un “abuelo” para ellos, los acompaña y apoya en todas las trabas burocráticas y administrativas. Como dice Enrique, “nuestra sociedad es corresponsable de la situación por la que se provoca la migración. A la gente se le echa de sus países. Se le roban sus materias primas, se sigue colonizando sus riquezas y se sigue una situación que obliga que la gente joven busque futuro. Nosotros tenemos la obligación moral de solidariamente acogerlos y apoyarlos y juntos buscar soluciones para que esto no se reproduzca más.”
Algunos de los agricultores que visitamos colaboran en este programa y nos remarcaron la importancia de los saberes que traen estos jóvenes. Son saberes ancestrales de respeto a los mayores y a la tierra. “Cada vez creo más en lo que han sido las culturas campesinas como clave del futuro del planeta y la humanidad”, dice Jeromo.
2 Comments
¡ Cuánta sabiduría está olvidada !
Quiero.saber
Más.de.vosotros.eve.me.hablo de jeromo necesito que me pongáis en contacto con un abogado especializado en asociaciones para un proyecto de compra y repoblación de tierras.