27 de septiembre de 2019, Matarrania
Matarrania: un paraíso que se construye desde lo rural
Los protagonistas de este cuaderno de campo desde el principio ya sabían la importancia de unirse, de la cooperación, del apoyo mutuo y de la confianza . Dani, Luis, Juan y Manolo comenzaron S.A.T. Ecomatarranya en 2009. Hace 4 años, Manolo cambió de rumbo y se quedaron Juan y Luis en Calaceite y Dani en Valdealgorfa. Estar con ellos tres es estar en amistad: risas, abrazos, confidencias… Una alegría y placer compartir tiempo y experiencias con ellos. Cada uno viene de orígenes distintos, pero lo tenían claro: querían ser agricultores y, por supuesto, ecológicos.
Luis, en 1997, empezó a producir verdura ecológica que vendía directamente a amistades, casas particulares y alguna tienda en la zona de El Pont d’Armentera, donde vivía. Vio que el oficio de trabajar la tierra de manera ecológica le gustaba por lo que pensó “ lo mío es el campo, que lo conozco. Yo en Calaceite, de donde vengo, tengo viña, olivos, almendros… Así que, me vuelvo a mis orígenes”. Llegó de vuelta a Calaceite en 2002, empezó a cultivar las tierras de su familia y arrendaba también otras. Quería seguir fiel a sus ideas y en 2007 empezó el proceso de reconversión para certificarlo en ecológico. Juan, por su lado, nada tenía que ver con el oficio de la agricultura. Empezó no por tradición familiar sino por vocación. Sus padres tenían una pequeña granja y una carnicería y lo esperado era que Juan siguiese con el negocio. Estuvo un tiempo y se dio cuenta de que aquello no le gustaba, la agricultura le llamaba más. Así que en 2007 empezó a cultivar directamente en ecológico. “La gente del pueblo no confiaba en mí, en que fuese a funcionar. Mi padre me decía que no lo hiciese en ecológico que era demasiado arriesgado. Pero no le hice caso, y no me arrepiento” nos comentaba Juan. Dani, por otra parte, siempre se ha dedicado a trabajar la tierra. Sus padres eran de familia agricultora y tuvo buenos formadores: de su abuelo aprendió la labranza (injertar, cortar, podar…) y de su padre, la mecánica. El padre de Dani tenía las ideas de la revolución verde en la cabeza y el único modelo que veía viable era el exclusivamente productivista. Fue en 2007 cuando Dani decidió tomar las riendas y empezar a hacer todo en ecológico, pese a la fuerte reticencia de su padre. Hablando con los tres nos dijeron lo complicado que fue el principio. Nadie confiaba en ellos y la presión que sentían era muy fuerte, pero esto no los hizo detenerse, saber que hacen las cosas respetando el medio ambiente y produciendo alimentos saludables les daba la fuerza y el convencimiento de que era el camino.
Y así, por casualidades de la vida, Juan, Luis y Dani empezaron, simultáneamente, sus cultivos en ecológico en 2007 pero no fue hasta 2009 cuando se conocerían. Coincidieron en la plataforma contra el yoduro de plata, un compuesto que se emplea para manipular las condiciones metereológicas y evitar lluvias y granizos. En esta zona la D.O. de melocotón de Calanda tiene mucha fuerza y hay muchos agricultores que lo cultivan en regadío. Para evitar que el granizo les afecte se utilizaba (y se sigue utilizando aquí y en muchos otros lugares) esta sustancia que permite controlar las tormentas y evitar precipitaciones indeseadas. Para los agricultores de secano esto tiene consecuencias muy negativas ya que reduce las precipitaciones afectando a sus cosechas.
Dani, Juan y Luís en seguida vieron que congeniaban y junto con otra gente que luego no siguió el proceso, empezaron a pensar la idea de formar una cooperativa. “Al principio pese a que cada uno de nosotros por separado producíamos en ecológico, nadie lo compraba, no había mercado, y teníamos que vender nuestro producto en convencional. Pronto nos dimos cuenta de que teníamos que transformarlo y venderlo como se merece y obteniendo nosotros el valor añadido” nos decía Luis. El motivo para juntarse fue ese, tenían un producto de excelente calidad, pero no estaba valorado. Necesitaban crear sus propias líneas de comercialización para dignificar su trabajo y que su producto fuese apreciado como debía ser. Y así nació Ecomatarranya Aceites y Olivas Ecológicas.
En 2010 pusieron 1.000 litros de aceite cada uno para comercializarlo conjuntamente. En 3 meses lo vendieron todo y, al año siguiente, ya pusieron toda la cosecha en común. A día de hoy venden toda su producción a través de grupos de consumo y alguna tienda. Están muy contentos con el resultado porque no solo han conseguido el objetivo de que su producto se valore, sino que además han conseguido crear un grupo de amigos. “Es muy bonito empezar un proyecto de producción con una ideología común y una misma visión de lo que significa la producción ecológica” nos decía Luis. Cuando empezaron ellos había poca gente en ecológico. “Y a día de hoy, están aumentando los agricultores ecológicos, pero gente que lo haga como nosotros, convencidos, hay pocos” nos decía Juan. Dani, con todo esto reflexionaba “al principio el objetivo común era comercializar, poner en valor ese producto, pero, a raíz de irnos conociendo e ir trabajando juntos, hemos avanzado creo que muchísimo más en conciencia colectiva: en ayudarnos, en compartir…”. “Lo económico a día de hoy se queda en un segundo plano” dice Juan. Comparten una parte importante de la maquinaria que utilizan y además han comprado en común una retro, un tractor y una cuba. Siempre que uno necesita ayuda los otros van para hacer la tarea conjuntamente.
Esta estructura les permite experimentar y arriesgar, incorporando e innovando con distintas técnicas. “Puedes correr ciertos riesgos que individualmente no podrías correr” confiesa Dani. Así, desde hace 3 años y de forma valiente, están cambiando su conciencia y manejo para, en lugar de poner toda la atención en el árbol, centrarse más en el suelo. “Dar vida a la tierra, equilibrio y armonía es fundamental para que al árbol no le entren enfermedades y no le acudan las plagas. Y para ello nutrir el suelo con un compost de calidad cuidar, conocer y favorecer la microbiología del suelo es fundamental. Nos contaban que “ el secreto está en trabajar en la tierra” además de “con el compost, predigerir el alimento y ponérselo fácil a los árboles para que absorban nutrientes que necesitan” nos decían.
Conocían la teoría, pero necesitaban a alguien que les guiase en el proceso de elaboración de su compost. A través del asesoramiento ofrecido por CERAI con el técnico experto en biopreparados, Axel Torrejón, desde hace 3 años están trabajando intensamente en mejorar las condiciones del suelo de sus fincas. “Es importante elaborar un compost de calidad, vigilando el proceso y las materias primas que utilizas” nos contaba Dani. El compostaje es un proceso en el que la materia orgánica sufre un proceso de fermentación y humificación para convertirse de nuevo en alimento que podrán captar las plantas desde las raíces. Para ello es importante contar con una mezcla de materia orgánica equilibrada (una parte seca, otra fresca, otra rica en nitrógeno, como los estiércoles, e incluir oligoelementos, que aportan las cenizas y otros minerales). Para un buen compostado es necesaria una humedad determinada, que esté aireado para evitar procesos anaeróbicos y que la temperatura durante la fermentación oscile entre los 35 y los 65 grados. Tras este proceso, obtendremos materia orgánica humificada con los nutrientes disponibles para que nuestras plantas los puedan utilizar. Dani utiliza como materia prima para su compost productos locales que son residuos, hojas de olivos que quedan en la almazara, cenizas del horno de pan del pueblo y estiércol de ganaderías cercanas. Para nutrir el suelo ahora han empezado a incorporar leonardita (humus y minerales fosilizados), un subproducto de las minas de carbón que se consideraba un residuo en el proceso de extracción y que tiene grandes propiedades para utilizarlo como fertilizante en agricultura.
Dani nos contaba que desde que empezaron a poner la atención en el suelo y no solamente en los árboles las cosas en el campo les han ido mucho mejor. Tienen menos problemas de plagas y de enfermedades en los olivos y en los almendros porque en un suelo rico, equilibrado y vivo crecen plantas y árboles sanos que necesitan muchos menos tratamientos. Porque el equilibrio es esencial, en el suelo, en el campo y en los proyectos agroecológicos. Y ese equilibrio Ecomatarranya lo lleva a la práctica, porque sobre todas las cosas están las personas y cómo se relacionan. Juan, Dani y Luis nos decían que hacer las cosas en Ecomatarranya es muy sencillo porque “cada uno siempre quiere dar lo mejor de él y a la vez nos valoramos y entendemos como equipo”. Y nosotras podemos dar fe de ello. Pasamos unos fantásticos días en su compañía, disfrutando de verles construyendo y trabajando desde la confianza, el respeto, el amor por la tierra y el saber valorarse como agricultores.
Y muy cerquita, siguiendo en la comarca del Matarraña llegamos a Peñaroya de Tastavins un precioso pueblito donde fuimos a conocer a Evelyn otra gran mujer que pone la vida en el centro en todo lo que hace. Evelyn nació en Barcelona y tras estudiar Ciencias ambientales empezó a trabajar como consultora ambiental y se mudó a Gerona donde junto con otras jóvenes iniciaron el proyecto de vida en una masía. Se lanzó a la producción de plantas aromáticas en media hectárea, pero topó con las dificultades asociadas al poco valor que tienen las plantas aromáticas en nuestro país. Tenía claro que el poder de las plantas aromáticas iba a seguir con ella. Se metió de lleno en la etnobotánica y se centró en la cosmética natural recuperando las fórmulas tradicionales. Evelyn quería “traducir las fórmulas medicinales tradicionales hacia los parámetros de la cosmética actual”.
Y ¿cómo llegó hasta este bello rincón de Teruel? Tas su experiencia en Gerona decidió definitivamente irse a vivir a un entorno rural y apostó por volver a los orígenes. Su familia es originaria de la Fresneda, otro pequeño pueblo de la comarca. Así que, atraída por el paisaje, los recursos y sus gentes Evelyn hizo las maletas y llegó en el 2004 como nos decía Evelyn “al Matarraña a vivir en el campo”. Consiguió que le cedieran una masía a cambio de rehabilitarla y por supuesto se puso manos a la obra. Seguía con su idea de lanzar una línea de cosmética natural y en ese tiempo se fue forjando lo que hoy es Matarrania Cosmética Bio. Los inicios fueron difíciles. Como hemos visto en otros proyectos las barreras burocráticas fueron muchas y tardó 2 años en poder poner en marcha el obrador. Su propuesta de pequeño obrador artesanal para elaborar cosmética natural en un pequeño pueblo de Teruel era innovadora y pionera. Con esa idea se preguntó ¿qué recursos hay en el territorio que se puedan poner en valor? Lo primero el aceite de oliva virgen extra y las plantas autóctonas que se encuentran en el monte. Los usos de esas plantas que están presentes en la cultura popular.
En 2007 nació Matarrania Cosmética con 7 productos y Evelyn como única trabajadora. Han pasado 12 años y el proyecto se ha consolidado. Disponen de un catálogo de muchos productos y son 9 mujeres las que integran el equipo, la mayoría de la zona. Trabajan a media jornada porque es la fórmula que mejor se adapta a las necesidades de las mujeres. Los productos de Matarrania son de enorme calidad porque uno de los pilares es el cuidado de la materia prima. Utilizan exclusivamente productos ecológicos y, siempre que es posible, de cercanía. Proponen una forma de cuidado consciente, sin prisas. En la elaboración de los productos siguiendo un proceso natural y tradicional “con recolección de plantas en su debido momento que maceran luego en aceites vegetales a los que traspasan todas sus propiedades en lenta infusión”. Sólo utilizan tarros de cristal, y cada caja cada pedido se prepara manualmente y con cariño en su obrador. En Matarrania cosmética todo es sencillo, esencial de gran calidad y muy cuidado. Con una imagen muy atractiva los productos se han ido abriendo mercado y ya actualmente tienen 350 puntos de venta en España, pero el crecimiento ha sido lento y sostenido. Esa es la clave nos explica Evelyn “buscar viabilidad económica desde el respeto a las personas y al entorno”.
Evelyn es una persona inquieta y activa no para de imaginar y crear porque cree firmemente que es “necesario promover cambios en nuestro entorno más cercano, sobre todo con nuestra actitud y acciones”. Por ello este año se ha inaugurado Flora en Peñaroya de Tastavins, un jardín botánico, una huerta en ecológico y un centro de actividades. “Flora, el jardín de la vida natural, está pensado para ser un punto de difusión de una cultura de respeto a las personas y al planeta.”
La apuesta decidida de Evelyn por vivir en el mundo rural y construir una vida sencilla en contacto con la naturaleza no siempre ha sido comprendida. Vivir en una casa en el campo cultivar la huerta, vivir al ritmo de la naturaleza y de las estaciones es algo que mucha gente valora, aunque pocas son las personas valientes que deciden dar el paso y alejarse de las comodidades y servicios que se concentran en las ciudades. Cuando Evelyn decidió que dejaba la ciudad y la proyección profesional que podía desarrollar allí muchos no la comprendieron. ¿Cómo iba a irse al pueblo donde no pasa nada, donde sólo se quedan los que no tienen otro lugar al que ir? Muchos de los que pensaban así, ahora tienen también una casa en el campo y un pequeño huerto, eso sí solo para los fines de semana y las vacaciones porque lo importante sólo ocurre en la ciudad, según ellos.
Evelyn, Dani, Juan y Luis son ejemplo de compromiso y claridad. Nos muestran cómo en el mundo rural se está construyendo desde otros parámetros, con otras prioridades alejadas a las estrictamente económicas. Nos enseñan cómo, poniendo la vida, a las personas y al entorno en el centro podemos construir unas relaciones sanas y respetuosas. Un placer pedalear y deleitarnos con la belleza del Matarraña y el calor de sus gentes.
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