12 de agosto de 2021, Cantavieja
Artesanía desde el corazón
Las rutas de Biela y Tierra las preparamos con mimo y esmero, coordinar todas las visitas, los pedaleos y el trabajo de redacción requiere organización. Pese a ello la ruta nos obsequia con bonitas sorpresas que nos llegan de gentes que visitamos en nuestro pedaleo. Así fue con Carmen, Gene de Cedrillas, nos habló de ella: “si tenéis la oportunidad no dejéis de visitarla, más de 30 años como ceramista en el pequeño pueblo de Villarroya de los Pinares”. Cuadramos agendas e hicimos una parada para conocer a esta fantástica mujer.
A la entrada del pueblo se encuentra Cerámica Villa Rubei, la tienda taller y apartamentos creativos de Carmen. Nada más llegar nos contaba “yo ya de muy jovencita tenía claro que quería quedarme a vivir aquí. En esa época mucha gente se iba, sobre todo las mujeres. Pero, claro, para ello era importante buscar un trabajo que me gustara, porque iba a pasar muchas horas haciendo eso”. Era la década de los 80, Elisa, Isabel, Lourdes, Teresa y Carmen, 5 mujeres de Villarroya, buscaban montar alguna actividad de autoempleo para poder quedarse en su pueblo. “Yo era la más joven, 18 años tenía. No sabíamos qué hacer pero en una feria de artesanía a la que fuimos en Zaragoza conocimos a Joaquín Vidal y Susana Santa María, maestros ceramistas, que nos animaron a aprender y montar una cooperativa”. Y así empezó el proyecto, utilizando el local del antiguo horno de pan como taller. “Tras dos años de formación en la escuela taller, al final nos quedamos sólo tres en el proyecto, éramos muy jóvenes. Cuando cocimos las primeras piezas no dormimos en toda la noche, nerviosas por ver el resultado. Todo era muy emocionante, muy divertido, pasaba mucha gente por el taller para ver qué hacíamos. Teníamos un cartel que decía: esta empresa no funciona pero tiene gracia”, recordaba riéndose Carmen.
Han pasado ya 33 años desde esas fechas, cerámica Villa Rubei sigue activa aunque ahora ya solo queda Carmen en el taller. “Cuando crees en una cosa sigues adelante. No se te ocurre ser negativo. Hay que adaptarse y buscar alternativas, te vas reinventando”, decía Carmen. A día de hoy Villa Rubei no es solo un taller de cerámica sino que también, aparte de producir piezas artesanas principalmente en gres, ofrece talleres y cursos tanto en su establecimiento como otros pueblos. “Desde la pandemia sobre todo vienen familias a mi taller. Y a mí me gusta. Compartes tiempo con personas. Yo me quejaba de que mi trabajo, en general, era muy solitario y con los talleres y los apartamentos es una manera de encontrarse con gente y compartir y conocer” reflexionaba. Los apartamentos creativos son la última pata que han incorporado en cerámica Villa Rubei: alojamientos hechos con mucho cariño y esmero. “Casi todas las piezas que decoran las he hecho yo. Y por supuesto las vajillas, las tazas… En ocasiones les gustan tanto que cuando se van quieren comprarlo. Es mi mejor escaparate” decía con una sonrisa detrás de la mascarilla. Carmen reflexionaba que desde la pandemia la gente está más en su casa y le gusta tener en sus mesas productos bonitos, artesanos, de calidad y hechos con el corazón. Ojalá esta época que nos está tocando vivir sirva para darnos cuenta de nuestras prioridades.
El rato que pasamos con Carmen fue muy inspirador y nos regaló reflexiones interesantes. Remarcó especialmente la importancia que tuvo para ella comenzar esta andadura en grupo con otras 4 amigas. Sin la fuerza del común es muy difícil avanzar, por eso, cuando en el mundo rural se quiere comenzar algo “una persona más en un pueblo es muy importante. Hay que apoyarla al 100%. No es lo mismo en una ciudad que viven miles de personas”. Carmen es una mujer decidida y que con fuerza y la colaboración de su familia, de su marido José va avanzando en su sueño. Un sueño que no es solo un trabajo sino una forma de vida. “Todo lo que vas haciendo, todas las personas que conoces, todo en esta vida va sumando y todo son regalos” decía Carmen. Y tras esa preciosa mañana en nuestro camino seguimos ruta hacia el puerto de Villarroya con 1700m de altitud.
Pedalear la comarca del Maestrazgo nos está regalando puertos y descensos espectaculares, bosques mixtos y pinares, zonas de pasto y valles… Carreteras serpenteantes con poco tráfico que nos descubren toda la riqueza de esta tierra. En un impresionante risco montañoso a 1300 m de altura, dominando la serranía se encuentra Cantavieja. Este hermoso pueblo de 700 habitantes conserva un interesante conjunto arquitectónico declarado Conjunto Histórico-Artístico. Pero Cantavieja no solo merece una visita por su riqueza patrimonial y arquitectónica sino también para descubrir su interesante paisanaje y, en particular, a la familia Gil Gascón que hace años formó Setrufma, setas y trufas del Maestrazgo.
“Mi padre siempre ha sido agricultor, tenía un poco de cereal pero sobre todo truficultura con encina y rebollo. Fue uno de los pioneros del cultivo de trufa en el Maestrazgo” nos contaba Sergio. Valeriano y Antonia, sus padres, fueron sus maestros. “Yo recuerdo desde pequeño ir con ellos a recoger trufas y setas al monte”. Setrufma, a día de hoy recolecta setas silvestres (níscalos, llanegas, perretxicos, colmenillas, setas de cardo, boletus), trufas de sus propios campos cultivados y también trufa silvestre, esta última “es solo para algunos clientes muy específicos y para dos de nuestros productos estrella: aceite con trufa y paté de níscalos”. Y es que los hijos de Antonia y Valeriano, en el 2017 abrieron un obrador para “potenciar todo el valor gastronómico de las especialidades micológicas de la zona. Nosotros mismos llevamos a cabo todo el proceso, desde la recolección de las setas y las trufas en nuestro entorno natural, hasta la elaboración casera de conservas y embotados”, nos contaba Sergio. Fueron sus hermanas, Cristina y Jose Enrique, quienes decidieron volver a su pueblo después de estudiar y montar el obrador para obtener todo el valor de la trufa. Son la 4ª generación de esta familia recolectora. Sergio orgulloso, nos mostraba la foto con sus bisabuelos, abuelos, padres y hermanos en el monte.
Él ha sido la última incorporación a la empresa familiar y con solo 18 años ya tiene claro que quiere seguir con ellos. Está estudiando dos grados para poder dar lo mejor de sí: marketing y gestión de ventas. Sergio nos explicaba que cada uno de los hermanos se ocupa de una cosa: Jose Enrique de los campos, Cristina del obrador y la tienda de Culla, y Sergio de las redes sociales, gestión comercial y la tienda de Cantavieja.
Compartimos la mañana con Sergio. Nos mostró un hermoso campo de rebollar donde recolectan y nos enseñó la tienda que tienen en el centro de Cantavieja donde nada más entrar vimos las emblemáticas ovejas de cerámicas Villa Rubei. “En esta tienda ofrecemos los productos que elaboramos y también productos artesanos principalmente de Teruel. Para nosotros es muy importante ofrecer alimentos de calidad, elaborados por empresas pequeñitas que asienten población en nuestros pueblos. Es nuestra manera de luchar contra la despoblación. Intentamos fomentar el desarrollo local y laboral de la zona”. Cantavieja es un lugar perfecto para cultivar trufa porque “necesita el frío para madurar y aquí hace mucho frío. Cuando la trufa está bien madura se ha de ver negra con vetitas blancas”.
La recolección de la trufa se sigue haciendo con perros. En esta familia es Valeriano el que los educa. “Para nosotros es importante que los perros estén bien y que buscar las trufas sea para ellos como un juego. Nunca están más de 1 hora seguida buscando trufas”. Es importante cuidar la trufa y todo el proceso. Jose Enrique mima con esmero sus campos, se ocupa de la poda, el riego, el suelo… “Son como nuestras niñas, las cuidamos mucho”. Para Setrufma la calidad es un sello de identidad. A partir de mitad de noviembre, cuando empieza la temporada, hacen envíos de trufa fresca, fresquísima. “Nos levantamos muy pronto, recolectamos la trufa y esa misma mañana la enviamos para que le llegue al cliente a casa en menos de 24h con todas las propiedades intactas” nos contaba Sergio. También nos contó un truco “para conservar la trufa nosotros siempre aconsejamos congelarla”. Además, en su página web podéis encontrar recetas deliciosas.
Cristina y Jose Enrique comenzaron hace 4 años con la elaboración de 5 productos y a día de hoy su oferta ya cuenta con 26. “Tenemos principalmente 3 líneas: deshidratados de setas; harinas y sales de trufa y setas; y patés y aceites. “Uno de mis preferidos es la cebolla caramelizada con trufa y también el paté exclusivo de trufa, algo que no es muy habitual” nos decía Sergio. Su producto es artesanal, se elabora con mimo, cuidado y profesionalidad.
Setrufma es en esencia una empresa familiar “trabajamos solo la familia y estamos al corriente de cómo ocurre todo el proceso. Trabajar en familia es gratitud y que todo salga como nos gusta, controlamos todos los procesos a la perfección”. Setrufma ha apostado por la venta directa con sus tiendas y la venta online aunque complementan con distribución en muchos lugares de España. “A nosotros lo que nos gusta es que la clientela venga a Cantavieja, conozca nuestros productos y nuestra historia” nos decía Sergio. Y es que en Setrufma lo tienen claro, como dice Valeriano, “si se hace, se hace bien. Si no, no cal hacerlo”.
Las empresas familiares, los proyectos pequeños que trabajan con esfuerzo y corazón como Villa Rubei o Setrufma, siguen siendo un pilar esencial para el tejido empresarial de las zonas rurales, como ya vimos con Mari Golosa, Azafrán la Carrasca, Espelta Sierra de Albarracín, Quesos Ojos Negros o la familia de Valeriano. Pequeñas iniciativas que trabajan cada día para mantener sus pueblos con vida y ofrecer productos de gran calidad. El poder de lo pequeño.