28 de julio de 2021, Villel
Nuestro consumo transforma
Mientras vamos en bici siempre hablamos de muchas cosas y compartimos sensaciones sobre los paisajes que transitamos. A lo largo de nuestro pedaleo hemos estado viendo naves que se utilizan para almacenar la maquinaria, herramientas, producción o para estabular el ganado. Estas estructuras son muy necesarias, lo sabemos. Y nos preguntamos, ¿no habrá otras alternativas para su construcción utilizando materiales más sostenibles, locales y con menos impacto visual? Con alegría descubrimos que en Villel, un pequeño pueblo de la comarca de Teruel, Miguel Ángel ha construido con sus propias manos los gallineros de bioconstrucción de Huevos La Brizna.
Bioconstrucción, como nos explicó en la ruta de 2019 Iñaki Urkía, es “una palabra que hace referencia a construir con materiales compatibles con la vida, cercanos y naturales, lo menos elaborados posible y con poca huella ecológica, aprovechando los recursos del lugar y prestando atención a las construcciones tradicionales”. Así lo ha hecho Miguel Ángel, aparejador de formación que con la crisis de 2008 decidió cambiar de rumbo, formarse en bioconstrucción y aplicarla al sector primario: “utilizamos el barro de la propia finca, paja de aquí cerca y madera de la Sierra de Albarracín. Hay otras fincas en las que el área de recreo está sembrada con distintos cultivos de pasto. Sin embargo, nosotros hemos preferido dejar las aromáticas autóctonas que hay en la zona”. Observamos perplejas la tranquilidad y bienestar de las gallinas. Cada mañana acude a abrir los gallineros, recoger los huevos y controlar que todo está en perfecto orden “en ecológico las gallinas han de tener un mínimo de 8 horas de oscuridad para garantizar que se cumplen sus ciclos naturales, por eso las cerramos en los gallineros”. Aparte de poner conciencia en la bioconstrucción, los promotores de esta pequeña granja de huevos ecológicos de 700 gallinas también apuestan por energías limpias: “nos abastecemos a través de placas fotovoltaicas. Nuestra empresa es sostenible, no contaminante y autosuficiente, apostamos por el medio ambiente, el bienestar animal y alimentación sana”. Miguel Ángel se formó en bioconstrucción con Okabumba, una cooperativa que respeta los principios de la construcción sana y sostenible especializada en la construcción con fardos de paja. Y esa es la técnica que ha elegido Huevos La Brizna para construir sus gallineros con estructuras de madera y revocados con barro.
Miguel Ángel nos explicó que no todos los huevos son iguales porque no todas las gallinas viven en las mismas condiciones. Cuando vamos a comprar huevos, en el cartón, y también en la cáscara del huevo aparece un código que empieza por un número, que puede ser el 0, el 1, el 2 o el 3. Los números 2 y 3 corresponden a gallinas estabuladas, encerradas en naves toda su vida y con luz artificial para controlar los ciclos de puesta y que sean más productivas. En el número 3 viven cerradas en jaulas y en el caso del número 2 en el suelo. El 0 y el 1 corresponden a gallinas ecológicas y camperas, respectivamente. En ambos casos estas gallinas tienen un espacio exterior para salir. Mucha gente piensa: “pero camperas y ecológicas es más o menos lo mismo, ¿no?” Miguel Ángel nos lo explicó “los estándares de bienestar animal en producción ecológica son más altos que en las camperas. Hay menos gallinas en el interior y los espacios exteriores son más grandes lo que les permite desarrollar su actividad natural gallinácea. Otro punto importante es que en nuestro caso el pienso es ecológico: principalmente cereales producidos sin agrotóxicos ni transgénicos”. La mayoría de piensos convencionales incluyen maíz que siempre es transgénico.
Nos compartió sus dificultades principales “un proyecto pequeño como el nuestro con 700 gallinas no puede competir con granjas de 3.000, 6.000 o incluso 30.000 gallinas. Nuestra producción es pequeña, cuidamos a nuestros animales y vendemos directamente”. Nos dijo que uno de los puntos clave podría ser la venta en hostelería “hay pocos restaurantes que apuesten por la alimentación ecológica. Estaría bien que cuando se hable de calidad también se tenga esto en cuenta. ¿Un plato de deliciosa trufa turolense con un huevo de gallina criada en jaula? Me parece que no tiene sentido”.
Por suerte, hay lugares en los que se trabaja y se valora lo que hay detrás de los alimentos, como la red de mercados agroecológicos de Aragón. Un ejemplo es el mercado agroecológico y local del norte de Teruel que se celebra el tercer jueves de cada mes en Andorra. La historia de este agromercado parte de los primeros años en los que se abrió el Centro de Estudios Ambientales ÍTACA. La primera muestra se organizó en el año 2010, en colaboración con el agricultor y ganadero andorrano José Luis Iranzo (asesinado a finales de 2017) y con UAGA (sindicato del que José Luis era miembro y dirigente). La idea surgió tras un curso de agricultura ecológica impartido en el centro. Uniendo fuerzas el CEA ÍTACA, La Ojinegra (Alojamiento sostenible y restaurante ecológico de movimiento Slow food) y el grupo de acción local ADIBAMA, comenzaron a organizarse las primeras muestras agroecológicas.
Belén, de La Ojinegra, que dinamiza este mercado, nos contaba “es un circuito corto de la provincia donde tenemos azafrán, huevos, cacao, frutos secos, hortalizas y verduras, quesos y hasta tenemos un espacio de cocina en directo. Confluimos productores, transformadores y cocineros de toda la provincia de Teruel. Y no solo, también participa MyM ecofashion que nos ofrece menaje, textil y cosmética libres de tóxicos y respetuosos con las personas y el planeta”. Los mercados de productores son una herramienta esencial para que como consumidoras nos empoderemos con un consumo consciente y transformador. “Es muy importante fomentar los mercados porque así consumimos de nuestro propio territorio, educamos de manera consciente para conocer qué alimentos son de temporada, locales y cómo se producen. Se crea un espacio de dialogo que nos hace reflexionar y pensar sobre el modelo de consumo que tenemos que tener en nuestro día a día” nos decía Belén.
En el año 2018 el mercado se consolidó gracias a ser elegido y financiado como Proyecto de Innovación y Colaboración Agroalimentaria de Pon Aragón en tu Mesa, un proyecto de los Grupos de Acción Local de Aragón. Desde entonces se sigue trabajando en esta línea y una de las actividades que ha cogido más fuerza son las agroexperiencias. Isabel Félez, de Chocolates Artesanos Isabel, una de las productoras del mercado nos explicó que las agroexperiencias “es una forma de ir al corazón del producto para ver cómo se elabora, cómo se cultiva, conocer a las personas que lo están haciendo. Es una forma de ver ese alimento en su hábitat, en su origen y entender la historia que tiene”.
Una vez al mes se propone visitar la finca de uno de los productores del mercado para descubrir su trabajo y hacer una actividad gastronómica. Tuvimos la suerte de compartir agroexperiencia en Huevos La Brizna. Miguel Ángel explicó su proyecto y gracias a Rafael hablamos sobre preservar la biodiversidad con la gallina serrana de Teruel, una raza autóctona que este año ha entrado en el Arca del Gusto de Slow Food Internacional con el apoyo de Avigaster y la Diputación Provincial de Teruel. Terminamos degustando guevos al calibo de la mano de La Ojinegra, una receta pastoril que forma parte de la cultura gastronómica rural.
Disfrutamos de esta jornada inolvidable, con muchos productores y donde participaron peques y no tan peques. Fue un ejemplo claro de cómo fomentar este tipo de espacios de encuentro e intercambio. Nos decía Isabel “sobre todo es una forma para que conozcamos de dónde vienen los alimentos que consumimos. Cuando vas a comprar a la tienda, al supermercado, toda esa parte detrás del producto no la llegamos a conocer. Sin embargo, cuando vamos a comprar directamente muchas veces nos atienden los mismo productores y es una forma de conocer la historia que hay detrás del producto”. Consumo consciente y transformador en esencia.
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[…] podido acompañar a Biela y Tierra en dos de sus visitas, la primera en Villel, dónde conocimos a Huevos la Brizna y su granja de gallinas libres construida con […]