4 de agosto de 2019, Valle de Manzanedo y Valdivielso
Valdivielso y Manzanedo: comunicando valles
Llegamos al valle de Valdivielso y la bienvenida no podía ser más oportuna: comenzaba la XIV carrera BTT Valle de Valdivielso con 350 participantes en bici. Una celebración llena de ruedas, amortiguaciones, frenos, gentes y sonrisas. 44 km por delante y 1050 m de desnivel positivo, un recorrido que permite disfrutar la belleza del valle de Valdivielso pasando por los distintos pueblos.
El valle de Valdivielso se encuentra en las Merindades, una región montañosa en el norte de Burgos. Siempre fue un vergel y su fruta muy valorada. Con el paso del tiempo se ha ido deshabitando y perdiendo parte de sus esencias pero afortunadamente conserva su memoria. El valle de Valdivielso ha sido conformado y habitado gracias al paso del río Ebro y lo integran 14 localidades en las que viven permanentemente unas 350 personas aunque en verano se triplica la población. En los años 60 las Merindades, al igual que otras zonas rurales, empezaron a despoblarse y el éxodo rural llevó a la gente a ciudades industrializadas. En lugares como Vizcaya, Guipúzcoa, Burgos, Madrid se asentó mucha de esta población que a día de hoy vuelve fines de semana y vacaciones a “su pueblo”.
Comenzamos el domingo con entrevista en la radio del valle. ¿Una radio rural? Sí, es posible: Radio Valdivielso, emisora oficial de Biela y Tierra, como nos gusta decir. Jokin Garmilla nos esperaba micro en mano para que contáramos los devenires de nuestro viaje como hacemos semana tras semana a través de conexiones telefónicas. Radio Valdivielso nació hace 18 años fruto de la casualidad y la amistad. Jokin y Marta son hijos de la migración. Pasaban los veranos y fines de semana en el pueblo. En uno de esos veranos se conocieron, se enamoraron, empezó su relación y por cuestiones laborales acabaron viviendo en Madrid. Cuando Paula, su primera hija, llegó a este mundo, decidieron que querían apostar por una crianza más sana y en contacto con la naturaleza. Volver al valle donde nacieron sus padres y donde tantos veranos habían disfrutado se presentaba como una opción inmejorable. Un año y medio les costó construir con sus manos la que hoy en día es su casa. Una vez asentados en el valle, un amigo de Jokin le regaló una antigua emisora de radio. “Ya que tú estudiaste periodismo, has trabajado en la industria discográfica, andabas con medios de comunicación y sabes de esto, ¿por qué no te llevas estos aparatos?”. Y ahí se plantaron con la emisora en el salón de su casa. Un día para probarla, puso un disco, empezó a radiar y cogió con Marta el coche para ver si se escuchaba. ¡Sorpresa! La música se escuchaba por todo el valle en la frecuencia 106.0.
Esto ocurrió en primavera, un mes de mayo del año 2001. La radio nació sin pretender ser nada, nació sin ser un proyecto diseñado ni con vistas de futuro. Y la gente hizo que eso que era un juego se convirtiera en algo esencial para el valle. Jokin nos contaba que “al mover el dial, en un valle tan cerrado en el que casi no llegan emisoras, la gente encontraba una que se llamaba Radio Valdivielso, que hablaba de Valdivielso y en la que escuchaban a la gente de Valdivielso. Entonces, rápidamente marcaban el teléfono, nos llamaban para hablar, contaban sus cosas cotidianas, cantaban canciones de aquí del valle… Y la gente empezó a comunicarse.” Con el verano se hizo mucho más popular. Los veraneantes se arremolinaban en torno a la radio y se convirtió en un referente. “Y la gente se enamoró, la hizo suya, y de esa manera la radio fue un acontecimiento que cambió muchas cosas.” Y durante todos estos años la memoria de las gentes y del valle se ha ido recuperando y conservando a través de la voz de sus protagonistas.
Desde los Estudios Pedrito Barcina en Quintana de Valdivielso, emite 24 h los 365 días del año Radio Valdivielso, “una emisora rural que es un milagro de la comunicación y que gusta sobre todo de acompañar a los pocos vecinos del valle en invierno y a los muchos vecinos del valle en verano, a la gente que pasa por el valle y a esas personas que nos quieren seguir por internet con los podcasts”. Desde hace unos años la radio se financia a través de las colaboraciones de los más de 500 socios que a día de hoy forman parte de ella y permiten que siga ofreciendo programación de calidad a través de las ondas. Radio Valdivielso es un espacio abierto, la ventana del valle al mundo y del mundo al valle. Una cuidada programación con expertos en música, historia, plantas, etc. acompañan a Jokin en el estudio. Jokin, a parte de sus horas en el estudio, completa la programación con entrevistas a las gentes más mayores del valle. Grabadora en mano se acerca hasta sus hogares para escuchar y recoger los relatos de esas memorias que no han de perderse. Y no solo eso, cada evento de la zona también queda registrado en audio. Radio Valdivielso es un ejemplo de poner la vida en el centro, de contar aquello que no es tangible, las memorias, las emociones, aquello que nos conecta y nos hace crecer en comunidad. Y en esta temporada también Biela y Tierra tiene su espacio donde nos sentimos acogidas y donde nos enorgullece dejar registro sonoro de nuestras pedaladas. Para nosotras Radio Valdivielso no es solo nuestra emisora oficial, es un punto de anclaje, un punto de encuentro, un lugar para escuchar y soñar con el poder de lo pequeño.
Terminamos la entrevista en la radio y nos fuimos en bici remontando el río Ebro al Valle de Manzanedo. Un valle natural entre el anticlinal de Leva y la sierra de Tudanca. Allí se encuentra el monasterio cisterciense de Santa María de Ríoseco desde el año 1236. En sus mejores momentos, llegó a contar con una comunidad de unas 100 personas. La organización y disposición de las tierras formaban una explotación agrícola modélica con cultivos de trigo, viñedos, lino e introdujeron los frutales en el valle. Destacó su plan ganadero y su cabaña llegó a contar con 2.000 cabezas de ovejas, 200 carneros, 16 vacas, 70 cabras, 31 chivos y 12 cerdos. La importancia del agua justificó situar el monasterio junto al río Ebro. Pero esos tiempos ya no existen. El monasterio a día de hoy está en gran parte derruido.
Desde el año 2008, el colectivo Salvemos Rioseco está trabajando para restaurar el monasterio Santa María Río Seco. Un grupo de personas, entidades y asociaciones que con mucho esfuerzo persiguen recuperar este pedacito de la historia. Asistimos a la Fiesta del Voluntariado que fue la jornada de clausura de la IX Semana del Voluntariado en la que había talleres, paella solidaria, juegos, y conciertos. Así, este bello lugar se está cargando de ilusión y de valores llenos de altruismo, gratuidad y generosidad.
A raíz de todo este trabajo de restauración en el Monasterio Santa María de Río Seco han florecido otros proyectos como Piedra y Semilla Escuela Rural, basado en el capital humano y en los recursos rurales que busca una alternativa de emprendimiento. A través de él, se ha recuperado una de las huertas del monasterio con un jardín didáctico y demostrativo de plantas aromáticas y medicinales. Piedra y Semilla es un proyecto de formación y divulgación que ha contado con cursos, jornadas y talleres vinculadas a la producción y promoción de los recursos de la zona: apicultura, agroecología, ganadería extensiva, manejo de los montes, cultivo de plantas aromáticas y medicinales, elaboración de queso, micología y cultivos de hongos y fruticultura. De esta forma, gracias a la iniciativa del ingeniero forestal Juan Sedano, las piedras de las Merindades se vuelven a llenar de vida.
Uno de los conciertos que tuvimos la suerte de disfrutar en la fiesta del voluntariado fue el de Yesca, colectivo que lleva más de 4 décadas empeñado en dar valor y recopilar las canciones de tradición oral: nanas, cantos de trilla, rondas, marzas… De esa época en la que la música y la vida estaban unidas indisolublemente. “Se cantaba una nana para dormir a un niño, no solo porque era bonita. Se cantaba una canción de siega para hacer menos dura la tarea del campo, era una expresión de quejido, del dolor de cuerpo” nos contaban desde Yesca. La música no era un producto externo que venía de fuera, como ahora, dirigido a oyentes pasivos, sino que los protagonistas eran las propias gentes y las circunstancias de la vida. Yesca está formado por Gonzalo Pérez Trascasa, María Ángeles Pérez, María Jesús Santamaría y Gaspar Hidalgo.
Yesca, como ellos dicen, son principalmente un grupo de amigos y ese es el principal motivo por el que siguen cantando después de más de cuarenta años. En los años 70, siendo muy jóvenes, empezaron yendo a las zonas rurales a encontrar a esas personas que conservaban la memoria viva de canciones y relatos de la tradición oral. “Y buscando melodías para nuestros conciertos, en realidad descubrimos gentes e historias que nos apasionaron y un patrimonio que no se podía perder”.
Cantos de es una sociedad que desaparece y que Yesca quería dejar registrado y escrito. Con todo ese material recogido a lo largo de los años publicaron el Cancionero de Burgos con Miguel Manzano. Una obra de recopilación de más de 3.000 canciones en 7 tomos. El colectivo Yesca se siente un eslabón más. “Antes de nosotros grandes cancioneros recopilaron esos testimonios escritos como Federico de Olmeda o Antonio Jose.” Para Yesca es esencial que este arte, esta música, aunque pertenezca a una sociedad que ya no existe se transmita a las generaciones para que si lo desean lo recuperen y lo utilicen. Y como nos decía Gonzalo “aunque no quisieran utilizarlo no se puede tirar a la basura. Es parte de nuestra cultura y tradición. A nadie le cabe en la cabeza tirar la obra de Bach o Händel porque ya no llevemos puñetas en las camisas. Porque el arte a todos sus niveles es patrimonio de la humanidad.”
De nuevo las soberanías se presentan ante nosotras. Soberanía de los saberes recuperando y conociendo aquello que permite utilizar los recursos de una manera racional. Soberanía de la comunicación para poder conocer la actualidad local con visión global. Soberanía para una cultura que nos haga partícipes y llene de alegría nuestros corazones. Soberanías para poner la vida en el centro.