7 de diciembre de 2022
¿Nos responsabilizamos?
Nos levantamos en Gotor con la ilusión de pedalear un pequeño tramo de la Vía Verde de Jarque a Brea. Esa jornada estaba prevista para rodar todo el día y llegar por la tarde a Calatayud, donde parte del grupo se separaba y dejaba la ruta. Así que nos dispusimos a disfrutar del último día de gran pelotón. Por delante, pueblos y parajes impresionantes: Sabiñán, Paracuellos de la Ribera, Embid de la Ribera y como colofón, avanzar paralelas a las espectaculares Hoces del río Jalón y coronar el Puerto de Embid. Como siempre, Aragón nos robaba el corazón pedaleando sus increíbles paisajes.
Tras dos días pedaleando sin ver nada calcinado, nos preparamos para adentrarnos, de nuevo, en territorio afectado por el fuego. El incendio de la zona de Calatayud afectó a 11 localidades (Ateca, Bubierca, Moros, Villalengua, Terrer, Alhama de Aragón, Villarroya de la Sierra, Cetina, Castejón de las Armas, Contamina y Embid de Ariza), obligó al desalojo de 1.700 personas, quemó 14.000 ha de pino, carrasca, sabina, matorral y árboles frutales y estuvo a punto de arrasar pueblos enteros. Uno de tantos incendios que ha abierto las noticias este verano. Lo peculiar, en este caso, es el sinsentido de cómo se originó.
El lunes 18 de julio a las 16:00h se declaró el fuego en un paraje entre Bubierca y Ateca, en la zona del río Monegrillo. En esta zona opera Land Life. Esta empresa, “dedicada a la venta de derechos de emisión de CO2 a compañías contaminantes que mitigan así su huella de carbono, realizaba unos trabajos de reforestación en un monte privado”. Ese día, la empresa subcontratada, Campos Rey Servicios Medioambientales, estaba realizando los hoyos donde en enero y febrero plantaría los árboles. La Guardia Civil confirmó que una chispa pudo causar el inicio del fuego que, debido a las condiciones de altas temperaturas, sequía, baja humedad y mucho viento que se dieron esos días, se extendió y quedó fuera de control. Un completo sinsentido, más si tenemos en cuenta que esos mismos trabajos ya habían causado otros incendios en una zona cercana. Un mes antes quemaron 20 ha y la semana anterior un conato de incendio que fue apagado por los propios trabajadores. En este caso, a la tercera fue la vencida, con un impacto terrible en el medio natural y en la vida de muchas personas que han perdido miles de árboles frutales, su medio de subsistencia.
Sin duda lo primero que viene a la mente es ¿cómo es posible que se haya llegado a una situación así? En otras comunidades autónomas, como en la vecina Castilla y León, la Consejería de Medio Ambiente prohibió los trabajos con maquinaria (cosechadoras, empacadoras, desbrozadoras, etc.) que pudieran generar chispas o deflagraciones en el monte y en una franja circundante de 400 metros debido al enorme riesgo de incendio asociado a las condiciones climáticas. En Aragón, en cambio, desde la Sección de Incendios del Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente, se limitaron a recomendar que los trabajos se paralizaran hasta que las temperaturas fuesen favorables. Por su parte la empresa Land Life y el proyecto de reforestación de la subcontrata contaba con todos los permisos para poder llevar a cabo la reforestación de 500 ha en esa zona.
Tras lo ocurrido el Gobierno de Aragón se personó ante la Fiscalía como perjudicado. El juicio empezó en noviembre y sigue en curso para dilucidar responsabilidades. La empresa Land Life Company Iberia “es la filial española de la empresa holandesa Land Life fundada en 2013 y que desde 2018 tiene una filial registrada en el paraíso fiscal de Delaware (EEUU) aunque con sede en California”, según informa un diario digital. En España la empresa cuenta con doce empleados, tiene la sede social en Madrid y la comercial en Burgos y su capital social se reduce a 3.000 euros. Entre sus clientes destacan las petroleras Repsol, Lundim y Shell, además de otras grandes empresas del sector turístico que compensan parte de las emisiones de carbono que genera su actividad a través de la plantación de árboles que realiza LandLife. Como explica en su web tiene diversos proyectos en España, especialmente en Aragón y Castilla y León, con “reforestaciones en montes de utilidad pública que contribuyan a luchar contra el cambio climático al neutralizarse las emisiones de CO2 y generar un sumidero cuantificable en créditos de carbono”. LandLife ha trabajado también en Aragón donde ha contado con “la colaboración del Gobierno de Aragón, los agentes medioambientales de la Comunidad, así como los propietarios de las tierras” según podemos leer en su página web, pese a que desde el Gobierno Autonómico se niega cualquier relación con la empresa. Nos llega mucha confusión mientras el negocio de la captación de emisiones genera jugosos dividendos a la empresa madre. Y nos preguntamos, frente a la situación ocurrida, ¿quién se hará cargo de los costes ambientales, económicos y sociales generados por este “accidente”?
En el plano estrictamente económico, sólo para la extinción del incendio se movilizaron: 5 cuadrillas terrestres, 5 autobombas, 4 medios aéreos del Gobierno de Aragón, 3 medios aéreos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), varias dotaciones de la Diputación Provincial de Zaragoza, la BRIF de Daroca y también acudió la UME. Sin embargo, lo más grave es que se han emitido a la atmósfera, como consecuencia del accidente, muchísimas más toneladas de CO2 que las que se pretendían “captar” mediante la reforestación, además de provocar gravísimas secuelas en la naturaleza y en la sociedad de los territorios afectados.
El incendio ha dejado miles de hectáreas forestales arrasadas, con miles de árboles muertos que dejarán de captar CO2, un suelo desnudo a merced de la lluvia y del viento y con fuertes riesgos de erosión y se ha desestabilizado el ciclo de la materia tras la muerte de los organismos que la permiten. En suma, se han destruido los ecosistemas que mantienen el equilibrio natural y la biodiversidad que, como nos repiten desde las instancias científicas, son esenciales para enfrentarnos al cambio climático.
Cientos de hectáreas de árboles frutales productivos han sido arrasadas por el fuego. En consecuencia, se ha visto afectado el sustento de decenas de familias y el futuro para un territorio de montaña que lucha con uñas y dientes por mantener una producción familiar de calidad pese a las enormes dificultades por desenvolverse en el medio rural. Vecinas y vecinos, alcaldes, jóvenes de esos pueblos con muy poca población que mantienen y cuidan el territorio y que ven ahora su entorno ennegrecido sin saber cómo y cuándo se restaurará.
Y todos estos daños ¿quién los asume? ¿Volveremos a socializar las pérdidas mientras se han privatizado los beneficios? ¿Seguiremos jugando al todo se vale y balones fuera mientras episodios como los incendios de este verano nos muestran con crudeza que vamos directos al abismo? Pensamientos que nos acompañan mientras nos adentramos de nuevo en zona afectada por los incendios, nuestra primera parada, Calatayud.
Terminamos la jornada con una mesa redonda en la Sala Multiusos de Calatayud. Nos acompañaron representantes de la Plataforma vecinal de Afectados por el Incendio de Ateca y profesionales del operativo de prevención y extinción de incendios: Marta de la Plataforma, Cris y Mikel, de la helitransportada de Brea y Paola de la BRIF de Daroca. Cris nos enseñó los materiales y los Equipos de Protección Individual (EPI) con los que cuentan las cuadrillas para luchar contra el fuego. Mikel remarcó la virulencia del fuego y las extremas condiciones: “algo ha cambiado, era un incendio fuera de capacidad de extinción”. Paola abrió la mirada “hablando de estos incendios nos estamos olvidando del cambio climático. Necesitamos conservar la biodiversidad y el planeta para solventar problemas. Deberíamos ampliar la visión y no centrarnos solo en la vegetación. Me gusta preguntarme ¿qué estamos haciendo? ¿cómo lo podemos cambiar? Y evidentemente ¿podemos hacer algo, aunque conlleve un esfuerzo? Si no es así, el resultado es dejarnos llevar por la dinámica de la vida que nos empuja a comprar plásticos, o alimentos que vienen de lejos y/o que se cultivan con tóxicos. Todo va de la mano. Sin duda, cada una podemos hacer algo”. Nos esperaba una noche de descanso y reflexión. Gracias a las compañeras de CGT Calatayud por dejarnos su local caliente para dormir.