9 de julio de 2019, Caldevilla de Rengos
En Peligro de Extinción
Subimos el Puerto de Cerredo y tras pasar el punto más alto (1359 m) entramos en Asturias por la zona suroccidental. El espacio protegido de la Red Natura 2000 Fuentes del Narcea y del Ibias nos recibió con niebla y helechos que empezaban a asomar tímidamente. Salvamos el segundo puerto del día gracias al túnel del Rañadoiro, casi 2 km bajo la montaña. Este paisaje se nos hacía familiar. Nos recordaba a los bosques mixtos del Valle de Laciana. Aquí también habitaban los pésicos, una tribu prerromana parte de los Astures Trasmontanos que se dedicaban principalmente a la ganadería trashumante. Se distribuyeron principalmente alrededor de la cuenca del río Narcea y por los valles de Laciana, Babia y Omaña en León.
Llegamos maravilladas por el paisaje a Caldevilla de Rengos, un pequeño pueblo a 730 m de altitud en el que habitan unas 30 personas. Entre ellas, está la familia Menéndez Riesco. Ana Amelia, pilar fundamental de la familia, siempre vio su futuro ligado a su pueblo y a su tierra. Para ella, el oficio de ganadera no es solo un trabajo, sino una forma de vida. Segundo fue minero durante 25 años y al jubilarse decidió cultivar sus tierras y criar a sus rebaños con la premisa de que la tierra debía de ser utilizada de otra manera a como él lo había hecho hasta entonces.
Ana Amelia y Segundo tuvieron claro que querían cuidar de la tierra y de los animales, y por eso llevan más de 20 años en ecológico que definen como “un camino de no retorno”. Los motivos que les llevaron a decidirse por la producción ecológica fueron tres: la calidad del alimento, la protección del medio ambiente y el ahorro. Cuando se escoge una producción en ecológico con ganadería extensiva los insumos son prácticamente cero, los pastos son fertilizados por los excrementos del ganado, y los animales pacen libremente respetando sus ritmos naturales. No tienen ningún estrés y los tratamientos veterinarios son casi nulos.
Ana Amelia y Segundo empezaron su actividad ganadera con razas de ovejas y cabras “supuestamente mejorantes” para la producción. Vieron que tenían muchos problemas porque no se adaptaban a las condiciones climáticas de la zona. Caldevilla de Rengos está a más de 750 m de altitud y sus pastos llegan hasta los 1.000 y los inviernos son duros con fuertes nevadas. Segundo recordaba que cuando era chico, en el valle, había rebaños de centenares de xaldas. A los pastores no les gustaba nada porque eran unas ovejas muy ágiles, vivas y andarinas y eso, les llevaban de cabeza. Eran ovejas perfectamente adaptadas al medio. Ana Amelia y Segundo pensaron que esta sería la solución, que la Oveya Xalda era la raza que verdaderamente necesitaban.
La Oveya Xalda es la raza más antigua de Europa, una raza indígena que pertenece al tronco celta emparentada con razas de la Bretaña francesa y Escocia. En escritos romanos ya se nombraba la lana asturicensis en la indumentaria de las tribus locales. Su hábitat natural es el monte y su apariencia es entre oveja y cabra. Es una raza pequeña y muy rústica. Su carne es de excelente calidad y el contenido en ácidos grasos Omega 3 es muy elevado. Tiene mucha capacidad para manejar los montes ya que comen de todo: hierba, matorral, toxo, etc. En la década de 1940 comenzó la extinción de la Xalda, a causa de las plantaciones en los montes comunales de especies foráneas, disminuyendo así las zonas de pasto y con ello, los rebaños. En el oriente asturiano las Xaldas fueron sustituidas por otras razas más lecheras como la carranzana o la latxa, orientadas a la producción de quesos como el Cabrales o el Gamoneu. En 1982 el censo era muy bajo: 800 hembras en todo el Principado que contrasta con los casi 600.000 ejemplares que en el siglo XVIII se recogían en el Catastro del Marqués de la Ensenada. En 1992 se creó la Asociación de Criadores d’Oveya Xalda (ACOXA) para la conservación de la raza.
En el caserío Casa Farrón, Ana Amelia y Segundo, manejan el rebaño más grande de oveya Xalda que existe en Asturias, en Europa, en el mundo. Y no solo eso, sino que también es el único rebaño que sigue viviendo en su estado natural en semilibertad en las montañas. Ana Amelia nos describió el manejo del rebaño de 250 cabezas: “Las ovejas siempre están bajo la atenta mirada de 5 perros mastines. Al cabo del año, tienen dos manejos diferentes. De mayo a octubre están siempre en el monte y duermen fuera en un cercado con electricidad por problema de ataques de osos y lobos. De octubre a mayo se bajan a una nave porque empiezan las parideras, pero siguen subiendo todos los días al monte. Siguen un ciclo de reproducción natural. Son unos animales que tienen un instinto de supervivencia muy agudo por los ataques que tienen.” Los inviernos son difíciles y el alimento escasea. Para alimentar a las ovejas, les proveen de la yerba que ellos mismos siegan durante los meses de verano.
Esta familia campesina, como la mayoría de la gente arraigada a su tierra, se alimenta principalmente de lo que produce. En este caso, hasta un 80%: crían cerdos para los embutidos, huevos de sus gallinas, carne de Xalda, frutales autóctonos y por supuesto, un hermoso y frondoso huerto. Segundo nos enseñó dónde crecen las hortalizas que alimentan a la familia, a las amistades y a los gochos. Sinceramente, no podíamos salir de nuestro asombro por la salud y el tamaño de todas las plantas. “Pero, ¿y esto? ¿Cómo lo haces?” “Sigo estrictamente el calendario y los principios de la biodinámica. Es un paso más en la agricultura ecológica. Una forma de aplicar la homeopatía en la agricultura, utilizando unos preparados que son potentísimos catalizadores de vida y que tienen como finalidad mejorar el suelo.” Segundo nos contó que la biodinámica fue presentada por Rudolf Steiner en 1924 a petición de unos agricultores y ganaderos que veían con preocupación cómo se estaba perdiendo la fertilidad del suelo. La biodinámica es una medicina para “curar la Tierra”. Su paso al manejo biodinámico fue natural: “Yo intuía que había algo más”, nos dijo Segundo. Cuando conoció la biodinámica probaba a escondidas sus métodos para que “los vecinos no pensasen que estaba loco. Pero cuando vi los resultados decidí predicar con el ejemplo y divulgarlo en la medida de mis posibilidades porque la finalidad es mejorar nuestra salud y la salud de nuestro entorno para dejarlo mejor que cómo lo encontramos, que es, yo creo, la obligación de cualquier agricultor.”
Desde que se casaron Ana Amelia y Segundo apostaron y decidieron vivir en su pueblo, en y de su tierra. Son personas apasionadas y convencidas de la importancia que tiene el paisanaje para mantener el paisaje. Han sido a lo largo de siglos los habitantes de estos valles y montes los que han modelado la asombrosa naturaleza que les acompaña y configurado el paisaje. “En esta zona en la que vivimos hay muchos pueblos pequeñitos y muy dispersos. La gente está muy arraigada a su territorio. Ahora mismo, está quedando todo vacío, porque lo que mantiene esto es la gente afincada en el territorio. Gente que mayoritariamente se dedica a la ganadería. Es un territorio muy costoso de trabajar y los que quedamos nos vemos sin apoyos.” decía Ana Amelia.
Ana Amelia y Segundo nos contaron los ataques del lobo y el oso a su rebaño. A parte de la oveya Xalda, antes tenían un rebaño de cabra Bermeya (autóctona también de Asturias) con el que Ana Amelia elaboraba un queso delicioso. Tras un ataque en el que oso acorraló en un acantilado a las cabras y se despeñaron, decidieron que no podían seguir en esa situación y se quedaron solamente con el rebaño de Xaldas. Y esta situación se volverá a repetir. Ana Amelia y Segundo han decidido que en enero del 2019 dejan la ganadería. Vimos y compartimos su sufrimiento y dolor. Una vida dedica a la conservación de las razas autóctonas, especialmente a la oveya Xalda en peligro de extinción, que tiene sus días contados.
Al atardecer, les acompañamos varias veces a guardar el rebaño en el cercado eléctrico. La noche se acercaba y los perros estaban inquietos porque olían el peligro. Las ovejas balaban intuyendo la presencia del lobo y/o el oso. Colocar el cercado eléctrico, despedirse del rebaño y bajar a casa sin saber que podía ocurrir esa noche. Ese es el dolor e incertidumbre que cada día sufren Ana Amelia y Segundo. “Yo creo en el equilibrio del entorno y no deseo que desaparezca ninguna especie, antes al contrario, pero tarde o temprano habrá que regularlo” decía Segundo.
Si queremos mantener un mundo rural habitado, ha de ser contando con las personas que viven en él y sus actividades. La ganadería siempre ha formado parte de los seres humanos y ha conformado el paisaje de estas zonas. “Estos montes que cuidamos aquí llevan sin quemar más de veinte años porque los primeros interesados en que no ardan somos nosotros, los que estamos en ese monte, y lo mejor que podemos hacer para mantenerlo es tener ganado”. El oso y el lobo también han sido siempre habitantes de estos montes. Cada uno ocupaba su espacio. Si desde administraciones y grupos ecologistas se apuesta por promocionar exclusivamente espacios de conservación, veremos cómo especies domésticas en peligro de extinción, en este caso la oveya Xalda, desaparecen de los montes. Y con ellas, la actividad ganadera. Y con ello, el paisaje conformado por seres humanos y naturaleza a lo largo de siglos. Y con ello, la vida en los pueblos.
Ana Amelia nos remarca: “Cuando vayáis por sitios alejados como Caldevilla de Rengos tened en cuenta el trabajo y el día a día de las gentes que allí habitan.” Las zonas rurales no pueden ni deben convertirse simplemente en lugares de ocio y observación para visitantes.
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[…] Link al proyecto de ganadería extensiva de Caldevilla de Rengos […]
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