12 de julio de 2019, Mieldes
Casa El Cuarto: Prados de vacas felices
De camino a Mieldes paramos en Onón para coger fuerzas. Un cartel descolorido nos dejaba intuir que había un bar. Nuestra sorpresa vino cuando, al entrar, nos encontramos en una tienda bar como la que esa misma mañana habíamos visitado con Rafa en Casa Mario. Nos atendió Mari Cruz, hija y nieta de las gentes que desde hace muchos años habían regentado Casa Cuervo. José Rodríguez Cuervo, abuelo de Mari Cruz, era feliz tras el mostrador de su chigre de Onón, tienda que abrió en 1953. En aquella época, las comunicaciones en Onón dejaban mucho que desear. Los vehículos sólo podían circular desde el valle hasta Casa Cuervo. El resto de habitantes de los pueblos de la montaña llegaban hasta Onón a lomos de sus burros y caballos. Charlando con ella nos enseñó el libro de cuentas, en el que se apuntaban todo lo que se fiaba para después llegarlo a cobrar. Hace unos años se editó un libro como forma de reconocimiento y gratitud a todos estos bares-tiendas que ofrecían sus servicios en las zonas rurales. En el libro aparecían fotografías de Manolo, el padre de Mari Cruz, atendiendo en Casa Cuervo. Entre cerveza y cerezas convencimos a Mari Cruz de reproducir la fotografía.
Mieldes está situado a 880 m. Subidas y bajadas, montes y pastos lo rodean. La actividad principal de Mieldes siempre ha sido la ganadería. Y con ella sigue Casa El Cuarto, Amelia y Marcelino con la ayuda inestimable de sus hijos Anil y Diego, especialmente en la época de la yerba, como ahora.
Ganadería Casa El Cuarto cuida y cría vacas de la raza Asturiana de los Valles en Mieldes. Es la raza autóctona de la zona y poco a poco se fue adaptando al manejo extensivo de 365 días en el monte. Cuando hace 20 años, Amelia y Marcelino tomaron las riendas de la ganadería lo tuvieron claro que sería en extensivo los 365 días del año. Por un lado, querían disponer de tiempo libre y no ocupar sus días llevando a las vacas a la cuadra y sacándolas posteriormente, moviendo pacas de pasto cuando están en la cuadra, cogiendo el estiércol de las cuadras y echándolo en los pastos… Tareas innecesarias si las vacas están libres en el pasto, del cual pueden comer todo el rato y mientras tanto, fertilizarlo con su propio estiércol. De esta forma las vacas pacen libremente y no tienen estrés, se respetan sus ciclos y sus tiempos y tienen una vida muy saludable. Así consiguen reducir los tratamientos veterinarios y llegan a ser prácticamente nulos. Hace 11 años, Casa El Cuarto se certificó en ecológico.
Amelia y Marcelino apostaron por “invertir en pasto en lugar de invertir en cemento”, en lugar de construir cuadras. Visitamos el rebaño de 130 vacas en su parcela de 70 hectáreas de superficie con un bosque de hayas centenarias, fuente de agua y mucho pasto nutritivo. Una sensación de calma, placer y tranquilidad nos invadió. ¡Quien fuese vaca en Casa El Cuarto! Cada una de las vacas tiene su nombre y Amelia las conoce desde que nacieron. Y ellas, por supuesto, también la reconocen. Cuando estábamos arriba en el prado y Amelia las llamó, todas mujieron al unísono. No podíamos salir de nuestro asombro de esta contestación y de la felicidad que estas vacas desprendían.
La ganadería extensiva es esencial para mantener el paisaje de estas zonas. La naturaleza tiene mucha potencia y el paisaje es muy agreste sino se trabaja para mantener los pastos libres de arbustos y árboles, la maleza lo cubriría todo. Los agroecosistemas conformados a lo largo de siglos por el trabajo del campesinado ofrecen una enorme biodiversidad silvestre, cultivada, fauna salvaje y ganadera. Mosaico de bosques, praderas y zonas mixtas que permiten el hábitat de innumerables especies. De esta forma, nos regalan el equilibrio necesario para la vida. Es importante mantener la balanza equilibrada entre la acción del ser humano y la naturaleza. Esta es la pieza clave que ha hecho que a lo largo de los siglos estas tierras lejanas hayan albergado pueblos y habitantes.
La única manera de hacer sostenible una ganadería de estas características es cerrando el círculo. Casa El Cuarto maneja sus parcelas con el ganado y de ellas también obtiene la yerba necesaria para alimentar el rebaño en los meses de invierno. Tradicionalmente se segaba la yerba, se dejaba secar y se empacaba. Hace ya unos años que la técnica del ensilado se ha introducido en la mayor parte de las ganaderías. Consiste en empacar la yerba en verde y cerrarla herméticamente para que mantenga la humedad. La hierba ensilada mantiene las propiedades y es mucho más nutritiva. Esto se suele hacer envolviéndolo en plástico. Según avanzamos en nuestro pedaleo, vemos los campos llenos bolas plastificadas. Sería interesante encontrar una alternativa al plástico y/o procesado para su reciclaje. “Son centenares de kilos de plástico que solo en la zona de Mieldes se generan todos los años” nos comenta Anil.
Mientras saboreamos en su hogar la deliciosa vaca asturiana de los valles IGP nos comentaron que comercializan su carne lo más cerca posible. El 80% de sus productos se venden directamente en una carnicería de Cangas de Narcea. Y, gracias a las nuevas tecnologías, el resto lo venden directamente al consumidor por internet. Muchas son las personas que aprecian y buscan la carne de Casa El Cuarto. Y no es de extrañar porque es una carne tierna, sabrosa y muy saludable. La carne es de excelente calidad ya que al alimentarse de pasto ecológico a la vez que ejercitan sus músculos, se consigue la infiltración de la grasa que es sinónimo de jugosidad, terneza y sabor. Un delicioso placer que os recomendamos experimentar alguna vez en vuestros paladares.
Nuestra experiencia en el hogar de Casa El Cuarto fue más allá de la visita a la ganadería. Nos sentimos acogidas y parte de la familia. Muchas son sus experiencias de vida que compartieron y recordaron con nosotras. Cuando llegamos a Mieldes, Marcelino nos recibió con un “bienvenidas al más allá” y no es para menos, Mieldes está escondido en lo alto de una montaña. Cuando marchamos de Mieldes, no nos despedimos de Casa Cuaro y del “más allá” sino que les llevamos cerquita, aquí, pedaleando con nosotras en el “más acá”.