21 de septiembre de 2019, Leciñena
Ecomonegros: viejos trigos nuevos tiempos
¿Cuántas veces habéis pensado que el pan ya no es pan? Muchas, ¿verdad? Pues Juan José Marcén, médico especialista en microbiología originario de Leciñena, aparte de pensar lo mismo, empezó a buscar el por qué. ¿Por qué el pan ya no sabe a pan? Preguntó por todas partes y los lugareños de su pueblo le dijeron “porque el pan ya no se hace con Aragón 03”. El trigo Aragón 03 se cultivaba en la comarca de los Monegros, ya que la semilla está adaptada perfectamente al clima y a las características de la tierra, germina con poca humedad, tiene raíces más profundas y es más resistente a enfermedades. En esa zona, la harina de Aragón 03 era la preferida para hacer pan por su sabor y sus propiedades nutricionales. Pero, en los años 80 con la llegada de otras variedades más productivas, dejó de cultivarse. Juan José empezó a buscar semillas de Aragón 03 y no le resultó tarea fácil. Al final encontró a los hermanos Laviña, de Perdiguera, que habían conservado esa semilla. Cada año estos agricultores cultivaban una pequeña finca y la vendían como trigo convencional. Seguían haciéndolo, no porque fuese rentable, sino porque no querían perder esta semilla que durante tantos años había permitido alimentar a toda la población de la zona. Una idea valiente, romántica y que agradecemos de todo corazón. Una vez Juan José recuperó la semilla comenzó la tarea de divulgación y sensibilización. Ahora tocaba introducir esta semilla de nuevo en los campos de Monegros y para ello tenía que convencer a los agricultores de que la cultivasen, y por supuesto, de que fuese en ecológico.
Pero ¿por qué desapareció el cultivo del Aragón 03? Tradicionalmente, la agricultura siempre se ha basado en seleccionar y resembrar las mejores semillas de la cosecha para la temporada siguiente. Con la llegada de la revolución verde, empresas especializadas comenzaron a vender nuevas semillas más productivas pero cuyos granos no permitían ser sembrados de nuevo. Así, los agricultores empezaron a depender de las semillas de las grandes marcas comerciales y todavía empeoró cuando se empezaron a registrar patentes. A día de hoy, hay corporaciones que tienen el control sobre nuestra vida, salud y economía. El resultado de todo esto lo podemos ver en nuestros campos la pérdida de la diversidad agrícola tradicional que ha quedado reducida a variedades comerciales y semillas registradas que pertenecen a multinacionales. ¿Cómo podemos permitir que nuestra alimentación quede en manos de corporaciones que solo buscan el beneficio económico? Como dice Vandana Shiva: “la defensa de las semillas autóctonas y la lucha contra los transgénicos implica defender nuestro derecho a decidir: qué queremos sembrar, cómo queremos producir, qué queremos comer, y cómo queremos vivir, pero esa lucha implica también defender nuestro derecho a la libertad y a la autodeterminación”. Está claro que en esta lucha el camino es apoyar a las pequeñas productoras y luchar contra el control de la agroindustria y la mercantilización de los alimentos. Juan José Marcén fue una de las personas que luchó contra este proceso, evitando la desaparición de una variedad de trigo autóctono de Monegros y que actualmente es una semilla de propiedad pública y su cultivo es libre. Tal y como hablamos con Mariajo de Amayuelas, y con Emilia, Juan y Luis de Aínsa, las variedades locales y razas autóctonas son un patrimonio que no podemos perder. Además de tener grandes cualidades nutritivas y organolépticas, poseen una gran riqueza genética que les ofrece protección frente a plagas y enfermedades y están mejor adaptadas a las condiciones de suelo y clima locales.
Juan José falleció en el año 2000 pero, por suerte, había un nutrido grupo de personas que quisieron seguir con su trabajo. Así que, a día de hoy, las semillas del trigo Aragón 03 ¡están vivas, resembrando e intercambiando (como dice el lema de la Red de Semillas)! Fueron sus sobrinas, Ana y Laura Marcén, quienes decidieron dar un paso más y no solo cultivar el trigo Aragón 03 en ecológico, sino sacarlo al mercado. Propusieron a su padre Daniel que cultivara en sus tierras este trigo y junto a su madre Mercedes y su hermano Jesús formaron Ecomonegros. Al principio, comercializar el trigo fue muy difícil: las panaderías decían que era muy difícil trabajar la masa hecha con su harina, en las harineras no lo querían moler porque tenía muy poca fuerza y, en ese momento, nadie ni conocía ni usaba ese trigo; los agricultores tampoco querían cultivarlo porque da menos rendimiento que otros trigos y es una variedad no se subvencionaba. Así que, decidieron hacer su propio molino ecológico, ponerse el mandil, el gorro y aprender a hacer pan de la mano de Xavier Barriga. Les costó mucho conseguir el pan que querían. Pero estaban seguras de que con tesón y energía lo conseguirían. Si durante mucho tiempo ha sido la harina más utilizada para hacer pan en Monegros, ahora también se podría.
La misión de Ecomonegros, según ellas mismas definen, es: “la culminación de un proyecto de recuperación de semillas antiguas, de concienciación y sensibilización con la salud, con el medio ambiente y con el desarrollo sostenible.” El pan y la repostería de Ecomonegros tienen excelentes propiedades para la salud por varias razones: a) las variedades de trigo que utilizan son antiguas y nuestro organismo está más acostumbrado a ellas; b) el cultivo es ecológico; c) la molienda se hace en piedra y se obtiene el trigo entero, con la fibra, los aceites esenciales y el germen que son buenos para el organismo ya que ayuda al intestino a depurar más fácilmente además de regular el azúcar en sangre, y, por lo tanto, sacia más; d) usan masa madre como levadura y las fermentaciones son en frío, lo que ayuda a predigerir el pan y las digestiones son más ligeras.
En octubre del 2006 empezaron a distribuir pan por tiendas, pero vieron que tampoco funcionaba. Al principio les trataban como “la gente del pan raro”. Era importante que la clientela supiera lo que estaba comprando: todo lo que había detrás y los beneficios que tenía. Se tenían que potenciar las cualidades de este pan: materia prima sus desde la semilla hasta la mesa, el proceso artesanal, la molienda en piedra y los productos de gran calidad. Ellas estaban convencidas que, si la gente probaba su pan, les iba a gustar y lo iban a consumir. Así que, para hacer eso, decidieron, en noviembre de 2007, abrir la primera tienda en Zaragoza. Mucho ha sido el esfuerzo para darse a conocer a través de talleres, charlas, incluso regalaban pan. Un poco más tarde, empezaron en el mercado agroecológico de Zaragoza y hace un par de años han abierto la segunda tienda en la misma ciudad. A Ecomonegros le ha costado mucho trabajo hacerse un hueco en el mercado, pero a día de hoy, su pan y repostería son reconocidas y apreciadas más allá incluso de tierras aragonesas.
Cuando estuvimos eligiendo las iniciativas y la ruta que llevar a cabo con Biela y Tierra lo teníamos claro, Ecomonegros había de estar. No solo porque somos consumidoras fieles de este pan, sino también porque queríamos mostrarlo como ejemplo de mujeres jóvenes rurales orgullosas de trabajar a diario en y con sus raíces, con la tierra, con su familia, viviendo en un entorno con otros ritmos y otras necesidades. Y atendiendo a estas necesidades siguen una filosofía ecofeminista, no solo poniendo el foco en la parte productiva sino también en los trabajos reproductivos. Al principio, cuando se lanzaron a la piscina para abrir el molino y la panadería las jornadas eran muy largas. Trabajaban los 5 miembros de la familia día y noche incluidos los fines de semana. Se dieron cuenta de que no podían seguir ese ritmo. Así que tomaron dos decisiones valientes. Por un lado, no se amasaría el pan por la noche para estar preparado por la mañana como se hace normalmente en las panaderías, sino que se prepararía durante el día, se cocería por la tarde y se repartiría al día siguiente. Al ser un pan de verdad no pierde sus propiedades de un día para otro, es más, puede conservarse en perfectas condiciones hasta 20 días. Por otro lado, decidieron cerrar los lunes. Consideraron que todas las personas que forman el equipo de Ecomonegros (¡13 ya en total!) debían descansar dos días a la semana, así que los lunes no se abren las tiendas en Zaragoza. Ana, que es la gerente de la empresa nos decía, “con la llegada de personal de fuera de la familia a la empresa y el nacimiento de mi hija nos dimos cuenta de que necesitábamos cambiar el enfoque. Tener flexibilidad, tener horas para disfrutar con la familia, amigos, ocio, etc; Descansar para cargar las pilas es tan necesario como trabajar en el obrador o las tiendas. Un pan hecho con buena energía, transmite esa energía. Nuestra clientela lo ha entendido perfectamente y respetan esta decisión”.
Ana y Laura hacen un súper equipo. Laura estudió Ingeniería Técnica Agrícola y Ciencia y Tecnología de los Alimentos y es la encargada de las tiendas. Es una mujer que siempre tira adelante, gestiona las tiendas y tiene los conocimientos técnicos en agricultura y sobre el funcionamiento del obrador. Laura reflexionaba sobre lo importante que es tener su propia semilla y ser libres, no estar bajo el control de las multinacionales. Ana, por su lado, dirige el equipo. Para ello, ha tenido que pasar un proceso intenso para aprender a delegar, a confiar y eso le ha hecho llegar a una profunda conexión consigo misma, “el pan es lo que me une a la tierra”, nos dijo. Con su equipo se comunica siempre atendiendo a las necesidades emocionales, conociendo las preocupaciones de las personas que integran el equipo. “Saber a qué tenemos miedo y por qué tenemos ese miedo me parece fundamental. A través de las emociones conseguimos empatizar, aprender todas juntas y ser más fuertes” nos decía Ana. Daniel, su padre, es quien controla más el campo. Para él “la labor de Ecomonegros es fundamental, no sólo por la agricultura ecológica sino porque la transformación se realiza en el propio territorio y creamos puestos de trabajo. Son las empresas pequeñas las que fijan la población aquí” nos decía orgulloso de sus hijas.
Cuando a Ana le preguntan sobre si cree que hay futuro y viabilidad en la agricultura y consumo de productos ecológicos ella lo tiene claro “sólo veo futuro si hacemos agricultura ecológica. La pregunta que me viene a la cabeza es una reflexión que me dieron mis estudios en Filología Clásica: ¿cuántos miles de años le quedan a mi trabajo? Los seres humanos llevamos miles de años en la tierra y, desde hace 100, las cosas han cambiado a una velocidad como nunca antes en la historia. ¿Cuánto tiempo crees que, de seguir así, podemos vivir en estas condiciones? Por eso me planteo ¿hay alguna forma de hacer que mi trabajo dure 1000 años? ¿hay algo que pueda hacer y que mis decisiones lleven al universo a ser más sostenible? ¿hay algún otro trabajo que me apetezca hacer más sostenible y que me llene el corazón de alegría? Y lo más importante ¿estoy dispuesta? Somos lo que decidimos ser, así que sí creo, creo en la agricultura ecológica.” Ana, aparte de panadera rural, es también cantante, una mujer plena que tiene claro que hemos de “encontrar nuestra misión en la vida, ser felices, ser una misma. Y yo lo estoy consiguiendo, acercándome a las personas y cantando que es mi forma de sanar el espíritu y con nuestro pan alimento saludable y completo, sanamos el cuerpo”.
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[…] Ecomonegros, que basa su producción agroecológica en la recuperación de variedades locales y atiende la vida de las personas […]