10 de junio de 2019, Nalda
PANAL y El Colletero: la fuerza de lo comunitario
Que “la unión hace la fuerza” es algo que hemos escuchado innumerables veces, pero cuando llegas a un lugar en el que estas palabras se convierten en hechos, integras su verdadero significado. Nalda, en el valle del río Iregua, es un pueblo de unos 600 – 1.000 habitantes en un alto. El entorno natural es privilegiado: la puerta de Cameros, los palomares, peña Bajenza…
Allá por los años 60, cuando la población de Nalda era mucho mayor, destinaron al pueblo a los padres Antonino y Poli, unos curas muy especiales. Vieron muy clara la necesidad de ofrecer un espacio alternativo de ocio para la juventud del pueblo. Y claro, en un municipio con una iglesia y varias ermitas, una de ellas bien podía dedicarse a ser un espacio para jóvenes, ¿no? Así nació “El clú”: un lugar de reunión abierto a la participación que se organizaba de manera autónoma por las personas que iban. “El clú” sigue abierto y en funcionamiento hoy en día. Por allí han pasado todas las generaciones de jóvenes de Nalda. Todas han reído, han soñado, han imaginado y se han organizado para llevar a cabo sus actividades. “El clú” y esa manera de funcionar están en el corazón de todas las personas que han pasado por ahí. Los padres Antonino y Poli también promovieron la creación de la Cooperativa Agrícola de Nalda. Otra acción comunitaria que muestra el trabajo coordinado.
De esta forma, no es de extrañar que en el año 1995 cuando desapareció la talla de “La Virgen de Villa Vieja”, el pueblo entero se organizase en su búsqueda. Descubrieron que fue un robo por encargo y no pararon hasta encontrar pistas para que la talla volviese a su lugar. Ese fue el punto de partida para darse cuenta de la importancia de velar y apropiarse del patrimonio histórico y cultural de su pueblo porque esto pertenece a las generaciones presentes, pasadas y futuras. Así comenzó PANAL: primero como una comisión de recuperación de la talla y después, como una asociación para recuperar todo esto. Son numerosas y valiosísimas las iniciativas que PANAL ha llevado y lleva a cabo: recuperación de la nevera Cerro de la Campana (lugares donde se “fabricaba” desde el s. XVI hasta el s. XIX), recuperación de la ermita Hermedaña y romería que congrega a los 15 pueblos aledaños, señalización y difusión de las rutas “Senderos con Historia” y, sobre todas ellas, la que más se conoce son las 3 fiestas en torno a la Ciruela Reina Claudia. Estas fiestas, llenan el pueblo de miles de visitantes y se organizan gracias a la capacidad, voluntad e ilusión de la comunidad de Nalda. El objetivo de PANAL es la apropiación social del patrimonio histórico, cultural e inmaterial por parte de las personas. Y sí, lo consiguen.
En el año 2000 algunas participantes de PANAL quisieron crear un motor de desarrollo a través del empleo para mujeres con objeto de favorecer el aumento de las rentas. Así, hicieron de las necesidades de Nalda, oportunidades de empleo. Y surgió El Colletero. En un principio, hija de PANAL y actualmente, asociaciones hermanas y cómplices. La gente mayor de Nalda necesitaba ayuda en su hogar. Entonces, se creó la cooperativa Mar de Iregua que durante unos años ofreció este servicio y dio empleo a 3 personas. No había guardería y faltaban actividades para jóvenes, nació Nalda Cooperativa XXI. Así comenzaron las ludotecas de invierno y de verano para mejorar la socialización de peques a través del juego y la participación. Y a su vez, se creó el programa Veraneart. La mayoría de jóvenes en verano quieren trabajar, y para evitar que busquen trabajo fuera de su pueblo. ¿Qué mejor idea que ofrecerles un trabajo creativo, participativo y que conecte las distintas generaciones? Eso es Veraneart. Jóvenes de Nalda organizando las actividades infantiles y poniendo sus habilidades al servicio de la comunidad.
A raíz de las fiestas de la Ciruela Reina Claudia reflexionaron sobre la importancia de poner en valor la tierra y la producción de alimentos: caminar hacia la Soberanía Alimentaria. Empezaron recuperando cirueleras abandonadas con la idea de crear un banco de tierras. Hicieron un llamamiento y las gentes que no querían que sus huertas estuviesen yecas les cedieron terrenos. Tanto fue el éxito que no pudieron acoger tantas tierras como recibieron. Empezaron a producir alimentos de temporada y pusieron en marcha la venta de cestas cerradas de hortalizas y frutas que venden principalmente en Logroño. Actualmente distribuyen más de 80 cestas a la semana y tienen 137 personas socias. Gracias a este proyecto 3 personas trabajan directamente en la huerta y en la distribución. Pero ahí no se acaba todo… en febrero de 2015 surgió la posibilidad de coger en Logroño una tienda de comercio Justo que iba a cerrar. Y como no podía ser de otra forma, se liaron la manta a la cabeza. En la tienda de El Colletero en Logroño distribuyen sus cestas, venden productos locales y sostenibles, apoyan pequeños proyectos de producción artesana y siguen vendiendo productos de comercio Justo y con ello, se ha creado un puesto de trabajo.
Y siempre con una sonrisa. Porque la alegría, la ilusión y la fuerza que da saber que estás trabajando para hacer del mundo un lugar más justo las acompaña. Como dicen es “una locura muy bonita”. Estar con ellas tomando un café y ver como no pueden parar de imaginar espacios comunes para su pueblo, para su valle, para La Rioja, para el mundo… Nos ha llenado el corazón de esperanza porque, como dicen ellas, “somos comunidad y estamos creando lazos de sociedad.”
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[…] entre ellos, en el 2011 el Premio Excelencia Mujer Rural que compartieron con nuestras amigas de El Colletero. Y no es para menos, ya que es una propuesta innovadora y valiente por su parte. Y, ¿cómo surgió […]
[…] “Somos comunidad y estamos creando lazos de sociedad.” El Colletero, Nalda […]