13 de junio de 2019, Villasur de Herreros
Potencial de colaboración
Salimos de Belorado camino a Villasur de Herreros pasando por Pradoluengo. En este pueblo nos encontramos con Irene y Laura que durante 6 años han gestionado el Albergue Municipal del pueblo, Trébole. Hicieron una apuesta profesional, personal y familiar por volver a su pueblo llenándolo de aire fresco, energía e ilusión: cursos y talleres, campamentos infantiles y juveniles, actividades ambientales, cine de verano, conciertos, cenas temáticas, etc. Una decisión tomada por la administración municipal, ha hecho que Pradoluengo, por el momento, se quede con las puertas y ventanas de su albergue cerradas. Irene y Laura, y mucha gente que valora y apoya el trabajo realizado, han intentado que esto no ocurriese. Pero en ocasiones el sentido común y la lógica no son los criterios que priman a la hora de tomar decisiones. Una pena enorme para Pradoluengo y todas aquellas personas que no pueden ni podrán disfrutar de Trébole por el momento.
Seguimos la carretera admirando la Sierra de la Demanda. Uno de los tramos más hermosos de los que hemos disfrutado hasta ahora. Una cálida recibida nos esperaba de la mano de las buenas gentes de El Puchero de Villasur. Villasur de Herreros es un pueblo a 26 km de Burgos ciudad en el que viven todo el año en torno a 70 personas, aunque empadronadas son más de 200, y en verano y fines de semana aumenta mucho la población. Y esto no es de extrañar, porque es un pueblo precioso, como de postal. Casas de piedra rojiza con vigas de madera a la vista.
Con una rica comida e infusión de bienvenida, Román y David nos contaron que la noche anterior heló (¡12 de junio!) y las alubias, patatas y calabazas estaban muy afectadas. Era necesario resembrar. Azada en mano nos fuimos a la huerta y allí compartimos conversación y trabajo. La huerta de El Puchero de Villasur ocupa cerca de 1 hectárea y está formada por pequeñas parcelas, la mayoría cedidas por vecinas y vecinos del pueblo. En Villasur la mayoría de las huertas se encuentran en la zona baja, cercanas al río, rodeadas de bosque de robles y encinas a un lado, y bosque de ribera al otro. Un enorme cojín de vida y biodiversidad que llena de salud y fertilidad a la tierra. Hace 4 años, Roman decidió dar el paso y empezar a cultivar la huerta y preparar cestas ecológicas para repartirlas en Burgos. Construir un proyecto en el que el cuidado de la Tierra debe ser el centro y en el que se vive conforme a los ritmos de la naturaleza. Desde hace casi 2 años se unió David al proyecto.
Para David y Román, la huerta es el elemento que les vincula a la tierra y al territorio. Les enlaza con lo más esencial que es la producción de alimentos, pero a la vez es un oficio poco valorado social y económicamente. La cercanía a la tierra condiciona a las personas y a las características del grupo. Han de ser flexibles, fluir y estar atentos a los devenires de la naturaleza. En El Puchero de Villasur ofrecen una forma de alimentarse conscientemente y no solo eso, sino que sus clientes conocen de primera mano el proyecto, la organización, el esfuerzo y planificación que todo ello conlleva. Su agricultura es manual, natural, recogiendo saberes tradicionales, trabajando la tierra con apoyo de sus yeguas y, colaborando con las fuerzas de la naturaleza.
En este proyecto intentan equilibrar la parte económica y la parte humana. La complicidad entre David y Román se hace patente. “La hora no está pagada pero a cambio tienes gente, pueblo, clientes contentos y la satisfacción empatizar y estar trabajando para la vida”. Román y David trabajan con la tierra, como ellos dicen “la tierra no ensucia. Ensucia el asfalto, la grasa, la contaminación pero nunca la tierra que nos da de comer”. No fijarnos en el otro y centrarse mucho en el trabajo pasa factura y tiene consecuencias en el grupo, implicación en el pueblo, desequilibrios en general. En el Puchero es central el cuidado del grupo. Hay que estar atentos tanto a los procesos económicos y productivos como a las personas que trabajan porque sin ellas no existe proyecto. Mantener equilibrio y la diversidad, es primordial, lo vemos con la agroecología, lo vemos con la vida.
En Villasur de Herreros nos abrieron la casa del Puchero, la casa familiar de Román a la que él se trasladó hace más de 15 años para volver a sus raíces. Llegó con un grupo de personas con la idea de construir un proyecto colectivo ligado a lo rural y a la tierra. Fue uno de los impulsores de la panadería artesanal y ecológica La Artesa de Villasur. El grupo de personas que llegó hace 15 años encontró que la tahona (despacho y obrador de pan) de Villasur de Herreros quedaba libre. El obrador tiene un impresionante horno de escopeta de los años 50. Con mucha ilusión, entrega y, sobre todo, muchas horas de trabajo llegaron a preparar pan, madalenas y dulces reconocidas por su calidad. Todos sus productos son ecológicos y se elaboran en el horno de leña, respetando los ritmos de las masas madres y con el objetivo de ofrecer productos nutritivos, saludables y mantener los panes tradicionales de la zona (hogaza y torta de aceite). El despacho para comprar pan en el pueblo está abierto los fines de semana y festivos. También distribuyen a tiendas de Burgos, Soria, Segovia, Palencia, Valladolid y Aguilar de Campo. Desearían vender la mayor parte de su producción en el mismo pueblo pero desafortunadamente, por ahora, lo más rentable es vender en las ciudades.
La Artesa de Villasur es también conocida por ser un proyecto colectivo. Es una cooperativa que tiene como filosofía el apoyo mutuo cubriendo y compartiendo parte de las necesidades vitales de las personas que lo integran: casa, coche, alimentación, etc. A día de hoy hay 4 personas socias y 2 trabajadoras. La Artesa de Villasur es un espacio dinámico por el que han pasado muchas personas: algunas con inquietudes sobre el trabajo en la panadería y otras sobre la vida en colectivo. Impulsar y vivir un proyecto en colectivo es un enorme reto. Valientes y comprometidas son todas las personas que han apostado por ello.
En Villasur de Herreros se siente el movimiento de apoyo mutuo. Esto viene de atrás, en los pueblos siempre ha habido trabajos conjuntos que se realizaban con el apoyo de toda la comunidad. Y esto ha llegado a nuestros días: limpiezas de las regueras, construir un gallinero común… Además, pudimos comprobar la solidaridad de las habitantes de Villasur ayudando a Dari, súpermujer madre de Román, a desgranar las alubias cuando es temporada. En este pueblo se establecen vínculos comunitarios de manera espontánea generando sentido de comunidad: está presente la preocupación y voluntad de colaborar. De esta forma, se permiten las condiciones para que este potencial de colaboración resurja. Así son numerosas las personas que vuelven a su pueblo o nuevos habitantes que desean establecerse. El problema del acceso a la vivienda es un escollo con el que se encuentran. Pero esto se va a superar con la fuerza de las vecinas y vecinos. Ya se han puesto manos a la obra creando una Mesa Vecinal de Vivienda.