Atravesando la provincia de Navarra llegamos al río Irati en el Valle de Aezkoa y Valle de Arce. Allí, cerquita, está la Selva de Irati, el segundo mayor hayedo y abetal de Europa después de la Selva Negra. Despertamos en la campa donde empieza Sorogain, entre hayas y el río Erro. Unas vacas nos dieron los buenos días y empezamos el día en este lugar mágico. Recorrer a pedales las sinuosas carreteras atravesando frondosos bosques es alimento para el alma. Estas laderas muestran su belleza en cada estación. Afortunados los habitantes de los pequeños pueblos alrededor que los pueden disfrutar. Pedaleando llegamos a Garralda, Aribe o Villanueva de Arce, pueblos que parecen sacados de una postal.
Llegar a Villanueva de Arce fue un descanso para nuestras piernas. Allí nos esperaban Alicia y Luismi, en Agroturismo Maricruz, un rincón muy especial creado con mimo y cariño y destinado a familias que quieran disfrutar de unos días conectando con la naturaleza y el mundo rural. Como cada vez más gente urbana, Alicia y Luismi tenían claro que no querían seguir viviendo en una ciudad. Durante 4 años estuvieron buscando su lugar, recorriendo pequeños pueblos y contactando gentes de todos los lugares. Por fin, en el año 2.000 surgió su oportunidad, Villanueva de Arce les estaba esperando. Lo sorprendente de esta historia empieza ahora. María, natural del pueblo, se marchaba dejando su negocio de turismo rural sin relevo. Cuando Alicia y Luismi aparecieron en Villanueva, María lo vio claro y les dio todas las facilidades para que se quedaran. Ni María ni su familia querían ver esa casa cerrada consumiéndose en el tiempo. Y así, Agroturismo Maricruz siguió vivo y no solo eso, sino que creció con las ideas y energía de esta bonita pareja que no podían creer que la vida les regalase esta oportunidad. Han pasado casi 20 años y allí han nacido sus dos hijos: Noe y Ada, dos adolescentes que han tenido la inmensa suerte de crecer en contacto con la naturaleza y con las familias que han visitado y vistan este lugar.
Agroturismo Maricruz no es solo un alojamiento, es un lugar muy especial como todas las iniciativas de Ceres Ecotur que hemos visitado: Casa Mario, Casa La Valleja y Posada Molino del Canto. Cuando Alicia y Luismi cogieron el relevo de Turismo Maricruz, había una sola casa en la que ellos vivían y alquilaban algunas habitaciones. Empezaron a moverlo por internet y rápidamente se llenaban las reservas. Convencidas de su potencial, apostaron por comprar la casa de al lado, rehabilitarla y ampliar la oferta del alojamiento. Pusieron huerta ecológica para nutrir la cocina de la casa, gallinas, cabras, ovejas, burras, conejos… Poco a poco se fue formando la granja y se convirtió en Agroturismo Maricruz. Enfocar este espacio a familias ha sido una elección totalmente acertada. Por un lado, el lugar es perfecto para ello y por otro, les ha permitido conciliar su vida familiar y laboral. Para Noe y Ada la llegada de las familias y otros niños llenaba las vacaciones y los fines de semana de aventuras. Y esta elección va más allá, coherentes con su filosofía de vida, querían acercar la agroecología, la soberanía alimentaria y el consumo consciente a todas las personas que visitasen este lugar. Las mesas se llenan de productos de la propia finca y de agricultura, ganadería y artesanía de la zona. Una manera práctica y directa de sensibilizar.
Desde que empezaron a imaginar su proyecto de turismo la idea de poder construir cabañas en los árboles les rondaba la cabeza. Alicia, buscando información por internet, topó con un concurso en el que “ofrecían hacer tu sueño realidad” y no lo dudó. Se lo comentó a Luismi y presentaron su proyecto de cabaña en el árbol. Tiempo después, ¡sorpresa!, les había tocado. Con el apoyo del arquitecto Iñaki Urkía y mucha más gente construyeron una preciosa cabaña en el árbol que te lleva a la máxima sencillez, sin agua ni electricidad, solo elementos naturales. Este año se han lanzado a construir la segunda cabaña en otra zona de la finca.
Una de las particularidades de Agroturismo Maricruz que más nos gustó es su propuesta de favorecer la convivencia y colaboración entre las familias que se alojan. Esto lo consiguen gracias a la cocina comunitaria y a las actividades. Cada mañana Luismi se ocupa de cuidar la granja y le acompañan peques y mayores. Así, ven y aprenden a regar la huerta y recolectar, a dar de comer a los animales, a cepillar a las burras, recoger los huevos… Un momento para compartir entre familias y mostrar las tareas diarias que permiten llenar nuestras mesas de alimentos. Al terminar, se reúnen en la mesa del porche y Luismi y Alicia les proponen recorridos o visitas que pueden hacer por la zona. Además, han creado un recorrido para buscar “los duendes del bosque” y así animar a que las familias se adentren entre bojs, avellanos y pinos a descubrir sus secretos. Para facilitar el acceso al bosque, ovejas y burras trabajan en el desbroce.
Como siempre los más pequeños son los que primero conectan y hacen pandilla. Esto anima a las familias a compartir los días y hacer planes juntas. Estuvimos charlando con una de las clientas, Katia de Valencia y nos comentó que llegaron aquí buscando un espacio “como el pueblo de mis abuelos donde pasaba los veranos, donde podía correr y tenía contacto con el mundo rural”. Y así es, cuando llegamos con las bicis una panda de peques nos recibieron preguntando qué queríamos. Ellos mismos nos presentaron a los gatos, perro y otros animales y, entre risas, se fueron corriendo a jugar por el bosque. Crear este ambiente y esta filosofía no es una tarea sencilla, pero es que Luismi y Alicia ya tenían un largo recorrido en movimientos de asociacionismo y en la educación en el tiempo libre. Y estos aprendizajes los han trasladado al valle de Arce. Hablamos sobre la importancia de crear redes y fomentar el asociacionismo. Para ellas conocer y entrar en Ceres Ecotur fue vital. Tienen la visión de que en las zonas rurales es imprescindible que haya una colaboración entre los distintos sectores que permita sumar fuerzas: turismo rural, restauración, artesanía, agricultura y ganadería. En Agroturismo Maricruz lo tienen claro y por eso, en la cocina comunitaria hay un espacio en el que se ofrecen productos de la zona. Entre ellos, están las deliciosas patatas de Trigo Limpio.
Trigo Limpio es una cooperativa formada por 5 socios de producción ecológica de carne. Sus principios son claros: “producción ecológica, razas autóctonas y una forma de vida basada en el desarrollo sostenible de nuestros pueblos”.
La cooperativa Trigo Limpio nació con el objetivo de fomentar el apoyo entre ganaderos y ganaderas del Pirineo Navarro, unirse y comercializar su carne directamente al consumidor, sin intermediarios. Gabriel, de Bera y Carmelo y Maitina de Saragüeta empezaron esta empresa. A ellos se unió Patxi de Garralda y posteriormente Manuel de Oronz y Juan de Aribe. Estuvimos con Patxi visitando su ganado en Garralda y alrededores, vacas de raza pirenaica que pastan tranquilas y sanas en los montes de la zona. Patxi tomó el relevo de la ganadería familiar y en seguida empezó a hacerlo en ecológico. En aquella época, los 90, se fomentaba la ganadería intensiva centrada en la producción: animales estabulados, razas mejoradas y pienso en lugar de pasto. Esto daba muchos problemas. Por un lado, los animales estaban por encima de su peso y tenían sufrían enfermedades y desequilibrios. Por otro, los recursos naturales de pasto no eran aprovechados. Patxi entendía que la manera como lo había hecho toda la vida en su casa tenía mucho más sentido. Para él, “la agricultura y ganadería de mis padres ya era ecológica sin llamarlo ecológica”.
Una de las limitaciones de la venta de carne directamente al consumidor es la transformación en piezas adecuadas a las necesidades del consumidor. Generalmente, los ganaderos llevan los animales al matadero y allí las carnicerías compran directamente y se encargan de despiezarlo y comercializarlo. En este sistema, los precios que se ofrecen a las ganaderías son muy bajos. En Trigo Limpio tenían claro que si querían comercializar directamente su producto debían conseguir un lugar donde poder despiezar y envasar su carne al vacío. Juan puso a disposición de la cooperativa un local en Aribe y, entre todas, equiparon el local para convertirlo en una sala de despiece con maquinaria y distintas cámaras para poder almacenar el producto. Cada finca ganadera vende sus terneros, potros o corderos a la cooperativa y una vez a la semana se juntan todas en la sala para trabajar y preparar los lotes de carne. Así, se vende con una sola marca, Trigo Limpio, aunque en cada envase figura el origen del producto asegurando así la trazabilidad. Para ellos es necesario sumar fuerzas y apostar por una relación directa con el consumidor a través de la venta directa, sin intermediarios, con un mercado transparente y de mutua confianza. Y lo tienen claro “producimos en ecológico porque queremos cuidar lo que hacemos y, al mismo tiempo, mantener todo lo posible el equilibrio con nuestro entorno. Mantener vida en nuestros pueblos, donde nacimos y vivimos, es importante para nosotros y nosotras.”
Crear iniciativas como Trigo Limpio son imprescindibles para mantener un mundo rural vivo. Al igual que las ferias y mercados de productores y productoras. En Aribe nos encontramos el VI Mercado Agrario Transparente y Artesanía Local que se celebra en una campa a orillas del río Irati. Este año han participado más de 20 puestos con gran variedad: queso, fruta, carne, cosmética, ropa, artesanía, ilustraciones, fotografía, pan, productos lácteos… Entre ellos, por supuesto, Trigo Limpio ofrecía deliciosos pinchos de hamburguesas ecológicas. También nos encontramos allá con otras productoras ecológicas: queso de oveja Amatxo, queso y yogur de cabra y huevos ecológicos Ollaondo y pan de Lakabeko Okindegia que pronto os contaremos en nuestro siguiente cuaderno de campo.