Nuestra última parada en Asturias nos llevó a Casa La Valleja para conocer a Paula y a su hijo Guillermo. Nos recibieron con una enorme sonrisa que nos hizo sentir al instante como si estuviéramos en casa de nuestra familia. Para llegar hasta Rieña, el diminuto pueblo de 3 vecinos en el que se encuentra La Valleja, pedaleamos una hermosa carretera de montaña poco transitada y con vistas al Parque Nacional de Picos de Europa. Descubrimos que la Sierra del Cuera es un pequeño paraíso que merece la pena conocer.
Paula llegó en 1987 a Asturias buscando conectarse con la tierra y criar a su familia en un entorno saludable. Decidieron instalarse en tierras asturianas porque allí había más gente joven creando red. Entre 1985 y 1990 llegaron unas 30 familias a la zona. Con eso, la belleza asturiana y los recursos de la tierra nada podía faltar. Cuando llegaron montaron una granja de cabras, 130 cabezas que les proveían de leche para hacer queso. Se unieron a la cooperativa de quesos. Es cierto que la cooperativa no daba para todo, así que sus integrantes completaban la economía familiar con pequeños oficios: cestería, madera, se trabajaban frutos del bosque, castaños, avellanos… La clave para vivir en estas zonas era y es diversificar. La economía de todas las familias era mixta. Paula, bióloga, se sacó la certificación de maestra quesera y comenzó a impartir cursos de formación dentro y fuera del Principado sobre técnicas de elaboración de queso y microbiología.
Con la entrada en Europa, llegaron las cuotas de producción de leche y la sobrerregulación sanitaria y las cabras poco a poco dejaron de ser viables. Entre 1997 y 1998 dejaron progresivamente el ganado y el queso, y comenzaron a elaborar mermeladas. Elaboraban 15 variedades distintas de mermeladas de pequeños frutos y otras frutas que cultivaban. Formaron La Casuca de Pastorias. El acceso a la tierra, también en esta zona, era un problema. Necesitaban una finca grande donde poder cultivar pequeños frutos para poder hacer mermelada. Localizaron un terreno de 5 hectáreas perfecto para ello, pero el propietario solo lo vendía con una casa. Así, en 1996, se plantearon comprar la casa y comenzar con un negocio de agroturismo en el que poner en valor los productos locales y el territorio. Nació Casa La Valleja, que como nos dijo Paula tiene como objetivo “que la gente se vaya de aquí conociendo, un poco más, la cultura rural. Que no se vayan simplemente pensando que sitio más bonito que gente más maja. Sino comprendiendo, aprehendiendo cómo se vive en la zona y que se marchen con la sensación de haber estado en su casa.”
La Valleja es una enorme casa de indianos construida en 1927 y rehabilitada con materiales tradicionales: piedra, castaño, barro… La planta baja está habilitada para personas con movilidad reducida. Un espacio para todas las gentes. Ofrecen desayunos y cenas con productos ecológicos de cosecha propia y talleres de conservas ya que Paula es una experta. La decoración de la casa está muy cuidada gracias a las lámparas y cabeceros que fabrica Guille, un artista de los pies a la cabeza que utiliza materiales naturales para sus composiciones de La Luz Del Bosque. Al igual que Casa Mario, Casa La Valleja está dentro de la red Ceres Ecotur. Una red de ecoturismo dirigida a la preservación, a la conservación y a la difusión del patrimonio rural, etnográfico y del entorno medioambiental que lo rodea y le concede su razón de existir. La Casa La Valleja es “un proyecto integral en el que se persigue que cada cosa aumente el valor añadido de la anterior, es un desarrollo en cadena. Yo a mi agricultura le puedo dar un valor añadido porque transformo. Hago productos que a la gente le gustan y pueden probarlos en la misma casa o en mercados de cercanía. Y luego además puedo formar a gente para que haga conservas con garantías sanitarias. Intento sacar el mayor valor posible a cada cosa” nos dijo Paula.
Para poder catalogar un negocio como Agroturismo es necesario que la persona que lo gestiona sea agricultora o ganadera a título principal. En el caso de Casa La Valleja lo eran por diversos cultivos pero además plantaron manzanos y empezaron a elaborar sidra, la primera ecológica en Asturias. Su sidra se elabora siguiendo el método tradicional de la zona. Los años que tienen buena cosecha, cada vecina elabora su propia sidra. Pero si el año es más flojo, todo el vecindario junta la cosecha y la elaboran de manera conjunta. Actualmente, la sidra que elabora Paula es para consumo propio. Pero hace unos años, aparte de esta sidra también elaboraban sidra dulce que vendían en los mercados junto a las conservas y mermeladas.
Paula, mujer inquieta y comprometida, junto con otras mujeres ha formado el Colectivo Feminista del Mundo Rural del Oriente. Trabajan principalmente dos objetivos: la denuncia de las violencias y el empoderamiento de la mujer rural de manera directa. La mujer rural ha estado y está especialmente invisibilizada con tres grandes brechas a las que hacer frente: la brecha propia del mundo rural, la de servicios y la asociada al género. La falta de servicios básicos relacionados con los cuidados hace que las personas dependientes se queden a cargo de las mujeres. Este trabajo está invisibilizado y no valorado y hace que las mujeres solo dispongan de jornadas parciales para poder acceder al mercado laboral. Por otro lado, en la mayor parte de núcleos rurales, no existen centros para peques de 0 a 3 años. Frente a esta situación, las mujeres rurales de oriente se han organizado para encontrarse, compartir y crear redes de apoyo mutuo y denuncia frente a estas situaciones.
Paula a lo largo de su vida ha aprendido y se ha dedicado a muchos oficios. Estudió biología, fue ganadera y quesera, agricultora, se dedica a la sidra, maestra quesera y conservera y sigue regentando la Casa Rural La Valleja entre otras muchas cosas. Como nos explicó “yo cada cierto tiempo necesito iniciar un proyecto nuevo. Y para mí ha sido muy positivo porque nunca abandonas del todo el conocimiento anterior. Sino que se va sumando en cada una de las etapas vividas.” Paula, una mujer con experiencia y sabia, comprometida y activista, que merece la pena conocer.