29 de julio de 2019, Aldueso
Ganadería Ecológica La Lejuca: ganadería y cultura para la transformación social
Una tarde cerrada con niebla nos esperaba en Aldueso cuando nos encontramos con María, Lucio y su hija Candela. María, nacida en Torrelavega, estudió sociología en Euskadi y allá empezó sus investigaciones en Desarrollo Rural y Antropología Social. Lucio, técnico forestal, hijo de ganaderos cogió el relevo de la ganadería familiar y decidió hacer la conversión a ecológico por dos motivos: su manejo ya seguía gran parte de las pautas que requiere la certificación ecológica y para recuperar la relación directa con el consumidor como era el modelo de ganadería tradicional. El objetivo de María y Lucío es “criar ganado ecológico en extensivo para ofrecer la mejor calidad de la carne de pasto libre a las personas que confían” en ellos.
En la Ganadería La Lejuca tienen más de 70 cabezas de ganado. Está especializada en la recuperación de la Tudanca, una raza autóctona. Han apostado por tener razas rústicas y sus cruces. “Las razas rústicas están completamente adaptadas al medio y tienen más instinto de maternidad y de defensa que las vacas industriales. La industria modifica cualidades y características del animal que le hacen defenderse por si solo y estar adaptado al medio para integrarlo en un sistema de producción industrial donde hay un suelo de hormigón, que se echa en una cama de paja; el animal no tiene cuernos para que entre por los comederos de las naves industriales y quepan un mayor número de animales” nos explicó María. La mayoría de las vacas que se utilizan para la industria cárnica convencional tienen modificado el gen culón que hace que se acumule mucha carne en la parte trasera de donde se obtienen los filetes que tienen mayor valor que otras partes del animal. Sin embargo, razas como la Tudanca o la Casina pese a ser más estrechas en la parte trasera, tienen carne de más calidad que infiltra mejor pero no tiene tanto rendimiento de cara a la industria. “La industria quiere mucha carne en poco tiempo y muy barata.” Nos cuenta María. Así María y Lucio apuestan más por la calidad que por la cantidad. Su producción es ganadería extensiva ecológica certificada, con la característica que es un manejo “en base a pastos, es decir, los animales que se comercializan no han sido engordados con cereal. Hacemos eso porque genera menos huella de carbono, menos huella hídrica y la calidad de la carne es mejor. No lo decimos solo nosotros, sino que hay estudios que señalan que este tipo de carne tiene mejores niveles de ácido linoleico conjugado, omega 3 y omega 6. Y además creemos que aportamos un manejo más tradicional, menos industrial y más artesano.” “Es un producto de temporada que está disponible cuando el pasto está maduro y los animales han engrasado naturalmente en el pasto entre julio y octubre”, completó Lucio.
En Cantabria, en los años 60, se desarticuló la economía campesina y hubo una transición al modelo industrializado: se asume otro modelo de economía y consumo. ”Consumo industrializado a través de supermercados, hipermercados, donde ya no hay km. 0, ni redes cortas de comercialización, y además entra sanidad con una sobre regulación bestial y absurda en muchos casos” dice María. La economía familiar pasa a ser fundamentalmente obrera mixta. Es necesario completar la renta ganadera con otra fuente de ingresos. Lucio compara con el pasado y nos cuenta que “ahora la ganadería se sostiene gracias a las subvenciones, pero antiguamente no. Antes con 15 o 20 vacas vivías bien y sin subvención. A día de hoy, las vacas siguen valiendo lo mismo pero la carestía de la vida es mucho mayor.” Por ello, las economías familiares han tenido que ir a distinguirse con otros proyectos o al final están precarizadas. María y Lucio complementan su actividad ganadera con otras ocupaciones: María como socióloga y Lucio se está preparando oposiciones para bombero forestal.
María y Lucio con su ganadería apuestan por una justicia social. “Comer sano no puede ser un lujo, sino que ha de ser un derecho. Por eso apostamos por una ganadería ecológica a un precio justo”. Para esto es imprescindible reducir los intermediarios, es decir, apostar por la venta directa. Forman parte de la cooperativa Siete Valles de la que María es presidenta. Es la primera cooperativa de ganadería ecológica de Cantabria. Venden a restaurantes, particulares y a caterings. Forman parte del Grupo de Restauración Sostenible Deluz y Compañía y a través de él, lanzaron un proyecto pionero con el Ayuntamiento de Santander y el Catering de Personas Cocinando con Sentido: “un catering que cocina menús sanos, ricos, con producto local para colectividades, que promueve el trabajo para personas con discapacidad intelectual y que ya forma un equipo de 15 que cocinan juntos 1000 comidas al día”.
Al día siguiente, el azar hizo que nos encontramos con Beatriz Argüeso en Reinosa, vicepresidenta de Siete Valles y miembro de Ganaderas en Red. Beatriz cogió el relevo de la ganadería familiar en Susilla, Valderredible, una zona muy despoblada. Ella fue pionera en la ganadería ecológica en Cantabria y ahora quiere poner en marcha una nueva idea. Está rehabilitando una casa tradicional de la zona para abrirla al público en forma de casa museo. Se recogerán y se visitarán los espacios y las herramientas que tradicionalmente se utilizaban en esta zona en las labores del campo.
La actividad de La Lejuca no para. Están también dentro de SlowFood Cantabria y participan en la red De Granja en Granja: unas jornadas de puertas de abiertas durante un fin de semana en las que la gente puede visitar, conocer, compartir y aprender con las granjas que integran este proyecto y las personas que viven en y del campo. María, es la directora de La Ortiga, proyecto cultural con la filosofía de entender la cultura crítica como base fundamental del cambio social. “Pensamos con mirada local con perspectiva de género, creemos en el estudio transdisciplinar para conocer mejor las distintas realidades sociales”. María y Lucio son una pareja joven, decididos a apostar por un modelo de producción y consumo diferente. Una pareja moderna e informada con inquietudes culturales y sociales que entienden que su paso por el mundo debe ser una fuerza de cambio. María nos recuerda que cuando hacemos la compra estamos haciendo un acto político, que con nuestro consumo diario estamos apoyando y apostando, muchas veces sin ser conscientes, por el modelo de mundo que queremos. Así que, si deseamos un mundo rural vivo, un planeta habitable para las generaciones presentes y futuras, y justicia social hemos de empezar por alimentarnos apoyando a las pequeñas producciones familiares de agricultura y ganadería locales como Ganadería La Lejuca y toda la gente que estamos visitando. Seguid leyendo nuestros cuadernos de campo.