30 de agosto de 2019, Bigüézal
Iñaki Urkía y Ekosua: salud y sostenibilidad, casas en las que queremos vivir
La Foz Arbaiun nos dejó sin palabras. Llegar pedaleando y darnos un baño en semejante cañón lleno de agua fue un merecido regalo para nuestros cuerpos cansados. Arba-ain significa 4 fuentes, que son las que nutren el río Salazar en su paso por la foz. Recomendamos este paradisíaco rincón entre Lumbier y Bigüézal para disfrutarlo pequeños y grandes. Algo tendrá que ver este lugar y su belleza para que Carmen e Iñaki decidieran venir a vivir aquí.
Carmen estaba buscando un sitio en el mundo rural, no se imaginaba seguir su vida en Iruña. Conoció Bigüézal, encontró una enorme casa en venta, y no se lo pensó dos veces. Iñaki vino a visitarla para ayudar en la rehabilitación de la casa por recomendación de una amiga. Iñaki, arquitecto especializado en técnicas y materiales de bioclimática y bioconstrucción, era la persona más adecuada. Se conocieron y decidieron que juntos querían quedarse en Bigüézal. Tiempo después, compraron una finca en el campo con una borda que necesitaba ser restaurada. Un lugar perfecto para vivir, ver crecer a sus hijos y poder “ensayar” distintas técnicas y elementos de bioconstrucción: casas de paja, piedra, abobe y tapial, aislantes naturales, fitodepuración, baños secos, techos verdes, etc. Y así en los últimos años, este espacio se ha convertido en un lugar de encuentro para amantes de la bioconstrucción, la vida consciente, la naturaleza y la sostenibilidad.
Iñaki con 6 años ya empezó a ganar concursos de dibujo e ilustración. Y con solo 12 años, diseñó su primera construcción: una cabaña de piedra que bien podría ser de un discípulo de Gaudí. Y es que, Iñaki junto a su hermano Sebastián, era un hervidero de ideas. Dos genios que, con 20 años, aprovechando sus habilidades y utilizando los recursos a su mano, inventaban ingenios para obtener energía del agua, el viento y el sol. Fue en 1984 cuando recogieron en un libro los inventos que a lo largo de esos años les habían funcionado: Energía renovable práctica, de Editorial Pamiela. Un manual claro que propone soluciones prácticas y sencillas utilizando siempre energías renovables. Increíble que todo eso saliera de la mente de dos jóvenes aún estudiantes y activistas del grupo ecologista de Tafalla.
En el estado actual del planeta necesitamos tomar conciencia del despilfarro de materiales y energía que tenemos en el mundo occidental. Poner en práctica todo aquello que evite emisiones de CO2 y reduzca nuestra demanda de energía y, a la vez, actuar en armonía con la Tierra es esencial para asegurar una vida digna a las generaciones presentes y futuras. En esta línea está la arquitectura bioclimática que busca usar la energía renovable y los recursos del entorno para hacer construcciones más eficientes y sostenibles. Ejemplos de ello son: tener en cuenta la orientación de la casa para aprovechar el fresco de la noche y refrescar la casa en verano, la radiación del sol para calentarla en invierno; hacer captación pasiva de calor a través de ventanas, invernaderos y balcones; utilizar materiales con inercia térmica que almacenen calor; evitar la instalación de complejos dispositivos de calefacción; y por supuesto aislar eficientemente las viviendas con materiales naturales como la lana. Como nos explicó Iñaki “utilizando la propia orientación de las ventanas del edificio y la inercia térmica que dan los materiales de construcción, podemos tener cubiertas hasta un 70-80 % de las necesidades térmicas con el sol”.
Iñaki apuesta por la sencillez en los diseños de sus construcciones, por eso, desde que era estudiante de arquitectura se empezó a interesar por otra manera y otros materiales con los que construir. Para él la bioconstrucción “es una palabra que hace referencia a construir con materiales compatibles con la vida, cercanos y naturales, lo menos elaborados posible y con poca huella ecológica, aprovechando los recursos del lugar y prestando atención a las construcciones tradicionales”. Cada vez se están dando más problemas en mucha gente hipersensible. “En las construcciones convencionales se utilizan muchos materiales sintéticos, productos ajenos e industrializados a los que se les añade formaldehido, cenizas volantes de incineradoras o de altos hornos, e incluso, materiales con radioactividad” nos explicó Iñaki.
Conocimos también a Juan Luis Herrero, vecino de Iñaki en Bigüézal y pionero en bioconstrucción. En 1992, dejó la herboristería que regentaba y decidió construirse su propia casa. Apostó por utilizar solo materiales naturales porque “los cementos y materiales de construcción llevan muchos aditivos artificiales como el bromo y el cloro o neumáticos quemados que provocan muchos problemas de salud. Mejor utilizar materiales naturales que en su proceso de elaboración han contaminado lo menos posible, en su fase de montaje no han perjudicado a las personas que trabajan en la construcción y durante el periodo de uso de la casa tampoco van a dar problemas de salud” nos dijo. Sara, su hija, también se enamoró de esta manera de entender la construcción y empezó a trabajar con su padre. A lo largo de su experiencia como bioconstructores encontraron la necesidad de ofrecer un sistema de calefacción más sostenible y ecológico que los que estaban disponibles en el mercado español.
Querían encontrar una calefacción que funcionara con material local, sin dispositivos extraños, que contaminara poco y fuera muy eficiente. Buscando y buscando, en un viaje a Alemania, conocieron las estufas Kachelofen: unas estufas de inercia térmica con ladrillo refractario. Las estufas de inercia térmica o acumuladoras se componen de una cámara de fuego donde comienza la combustión y un circuito de ladrillo refractario para acumular todo el potencial calorífico de la leña. La combustión se hace de forma muy rápida en esa cámara que llega a alcanzar 800 ºC de temperatura donde se queman los gases provenientes de la propia combustión que tienen mucho poder calorífico. Así aprovechamos al máximo la leña consiguiendo rendimientos de hasta el 95% del combustible. Con una carga por día de entre 8 y 15 kg de leña y situando la estufa en el centro de la casa, conseguiremos mantenerla caldeada durante todo el día gracias a la acumulación de calor e inercia térmica que ofrece el ladrillo refractario. Y así, nació Ekosua en 2009, una empresa familiar que trabaja para ofrecer un sistema de calefacción sencillo, práctico, eficiente y estético.
Pasamos un día en Bigüézal y tuvimos la suerte de habitar una casa redonda hecha con balas de paja. Iñaki, arquitecto referente en bioconstrucción a nivel estatal, nos contaba que desde hace unos 18 años empezó a construir con paja. Vieron que se podía construir y que era fácil. Y, sobre todo, “es una forma de volver más a nuestros ancestros, te conecta con algo atávico. Te devuelve a tus orígenes. Y el bienestar que se siente dentro de una casa de paja, un material tan aislante e insonorizante, te proporciona una sensación de acogida o de estar bien arropado, ayuda a estar en buena salud y buena armonía contigo y con los que te rodean”. Una técnica de construcción, además, en la que la parte femenina ha entrado mucho más fácil que en la construcción convencional. Ejemplo de ello son Rikki Nitzkin y Maren Termens y su libro Casas de Paja de la editorial Ecohabitar. Un libro referente en español como nos comentaba Iñaki. Y construir en paja no solamente es para hacer pequeñas cabañas, cada vez son más los edificios públicos que apuestan por estos materiales: Centro Municipal de Interpretación de la Jardinería y la Horticultura Ecológica de Noáin (Lorenea) una construcción de 200 m2 de planta, el Eco-camping de Arbizu, espacio Ecoeducativo Agotxenea en Zubiri y el imponente edificio de El Faro en el pabellón de iniciativas ciudadanas en la Expo Zaragoza 2008, uno de los edificios más grandes del mundo construidos con paja.
En Bigüézal aprendimos que la salud y la sostenibilidad empieza en nuestros hogares. Y descubrimos, gracias a Iñaki, Sara y Juanlu, un mundo de casas en las que queramos vivir. No solo es una cuestión de ecología, eficiencia y ahorro, sino que, como decía Sara: “es bienestar. Son casas para vivirlas, para desear estar en casa. Para que te dé el solecito en invierno y estar fresquito en verano. Casas para la vida, para vivir mejor”.